El nihilismo moral es una posición metaética que sostiene que no hay valores objetivos, los cuales son un presupuesto fundamental del discurso moral.

La versión más prominente del nihilismo moral o, en su versión más debil, de un antirrealismo moral (Mackie 1971), puede ser reconstruida como un argumento con dos premisas:

  1. Si no existen hechos objetivamente prescriptivos, entonces nuestro discurso moral es sistemáticamente falso (premisa conceptual)
  2. No existen hechos objetivamente prescriptivos (premisa metafísica)

/∴ Nuestro discurso moral es sistemáticamente falso (teoría del error).

En el siguiente artículo, se presentarán algunas de las más prominentes críticas que se han hecho a la interpretación nihilista moral de Mackie y sus sucesores contemporáneos. En la primera sección, presentaremos las críticas realizadas a la premisa conceptual, con especial énfasis en el argumento de Lewis sobre la indeterminación del referente de la palabra “valor”.  En las siguientes tres secciones presentaremos las críticas hacia los tres argumentos a favor de la premisa metafísica. La segunda sección desarrollará la crítica hacia el argumento de la rareza hecha por Brink, quien sostiene que el realismo moral no tiene por qué comprometerse con propiedades sui generis. La tercera sección expondrá las críticas hacia el argumento del desacuerdo, las cuales se centran en impugnar el uso de evidencia antropológica (Moody-Adams) y rechazar que la falta de consenso implique que no haya respuestas correctas (Shafer- Landau). La cuarta sección expondrá dos líneas de respuesta hacia el argumento de la impotencia explicativa de los hechos morales. Por un lado, presentaremos la respuesta del naturalismo de Cornell, el cual considera que hay propiedades morales que cuentan con un rol explicativo en nuestras mejores teorías científicas. Por otro, Railton sostiene que las propiedades morales supervienen a propiedades naturales que tienen un rol explicativo.

El nihilismo moral -también relativismo moral o anti-realismo moral– es presentado como una posición legítima dentro del debate metaético por parte de autores como John Leslie Mackie y Gilbert Harman. La contra parte en este debate es la postura en contra del nihilismo moral también conocida como realismo moral. Esta es defendida por Harman (1996) desde su propuesta a favor del relativismo moral; esta es una posición metaética para la cual Harman adecua cuatro tesis relativistas físicas con el fin de explicarla a partir de una analogía. Esto de la siguiente manera:

Cuatro tesis relativistas físicas

  1. Las proposiciones sobre masa tienen sentido dentro un marco espacio-temporal.
  2. No existe un único marco espacio-temporal privilegiado.
  3. La práctica de emitir juicios de simultaneidad no debería abandonarse.
  4. Los juicios de simultaneidad relativa pueden seguir jugando un papel importante en nuestro pensamiento físico.
  5. Harman ajusta estas cuatro tesis al ámbito del relativismo moral:
  1. Las proposiciones morales tienen sentido dentro un marco moral determinado.
  2. No hay una suerte de única moral verdadera.
  3. La moral no debe de abandonarse.
  4. Los juicios morales relativos pueden seguir jugando un papel importante en nuestro pensamiento moral.

De este modo, el nihilismo moral parte señalando que las proposiciones morales no pueden ser analizadas del mismo modo que las teorías científicas (Harman, 1975). Con esas cuatro tesis del relativismo moral, Harman señala que no hay una única moral verdadera, pues existe una diversidad de marcos morales; en otras palabras, existen distintos paradigmas éticos que valoran de distintas formas los mismos juicios éticos: argumento que también es conocido como el argumento del desacuerdo moral. De este modo, este autor propone que no hay una moral absoluta, sino solamente juicios morales relativos. Cabe señalar que Harman argumenta que el hecho de que esto no significa que se deba de desestimar el estudio de cuestiones éticas, ni que estas sean irrelevantes, sino que, más bien, busca presentar una justificación a por qué las proposiciones o enunciados morales no pueden ser estudiados bajo criterios científicos y que el desacuerdo moral se explica por los diferentes marcos morales que existen, los cuales están sujetos a variaciones culturales (Harman, 1996). El nihilismo moral se afirma sobre la idea de que los principios según los cuales se afirman enunciados morales no son objetivos (Mackie, 1977). Dicho de otro modo, la percepción de un sujeto respecto de si algo es bueno o mala depende de cuál sea la perspectiva moral que este sostenga (Harman, 1996). Sin embargo, es necesario destacar, sobre esta breve reconstrucción del argumento de Harman, que este pensador si bien puede ser asociado de alguna manera al nihilismo moral, también es comunmente asociado al relativismo moral.

Por su parte, detractores del nihilismo moral como David Brink, Michele Moody-Adams, Nicholas Sturgeon, Russ Shafer-Landau y Peter Railton cuestionan que ese sea el caso. Mientras que el nihilismo moral busca explicar el desacuerdo moral, el realismo moral -postura en contra del nihilismo moral- cuestiona los presupuestos de los anti-realistas y se pregunta por si existe propiamente algo así como un desacuerdo moral; de este modo, autores como Michele Moody-Adams y Richard Brandt, examinan detenidamente qué comprende el nihilismo moral como desacuerdo moral para ver si es legítimo trabajar una teoría metaética a partir de tal asunción. Por su parte, David Brink cuestiona que aceptar el internalismo sea una condición necesaria para ser una realista moral, esto debido a que el nihilismo moral considera que aceptar el internalismo es una exigencia del realismo moral. Brink dedicará sus esfuerzos a desmentir tal afirmación. A continuación, expondremos tales argumentos, comenzando por el que plantea Lewis.

Contra la premisa conceptual (Lewis)

Si bien el argumento de la rareza suele recibir la mayor atención cuando se discute acerca del nihilismo moral, la premisa conceptual tiene una importancia enorme en el argumento central de Mackie. La importancia que tiene la premisa conceptual se hace evidente en el siguiente pasaje:

“En pocas palabras, cuando uno reflexiona cuidadosamente sobre lo que sería requerido para que una acción instancie una propiedad cómo estar moralmente prohibido, uno se da cuenta de que se está pidiendo demasiado del mundo- simplemente no hay nada que este prohibido en el sentido específicamente moral de la palabra” (Joyce 2001: IX)

¿Pero realmente la moral demanda demasiado del mundo? No es claro que esto sea el caso. Después escuchar el argumento de la rareza,  el realista moral “puede llegar a una conclusión diferente: todo lo que muestra es que la moral no es objetivamente prescriptiva” (Chrisman 2016:57). Quizás nuestro discurso moral solo está comprometido con valores relativos a los deseos y preferencias  de  las personas. Si esto fuese correcto, todos los argumentos  de Mackie en contra de la prescriptividad objetiva no dan al blanco y el nihilismo moral se quedaría sin fundamento.

Precisamente, David Lewis (1989) ofrece una teoría moral no comprometida con la objetividad prescriptiva. Lewis  propone una teoría disposicionalista del valor en la cual φ es un valor si nosotros estaríamos dispuestos a  desear φ en condiciones ideales. Para Lewis, un agente ψ se encuentra en condiciones ideales si no tiene creencias no morales falsas y tiene la mayor capacidad imaginativa posible para predecir los actos que desearía.  Lo que nos importa para estos propósitos no son los detalles de la teoría sino preguntar si el disposicionalismo es realmente una teoría realista.

¿Es el disposicionalismo de Lewis genuinamente realista? Ciertamente, su teoría no apela a ninguna propiedad metafísicamente misteriosa (solo versa acerca de actitudes evaluativas), por lo cual no tendría dificultades en ser integrada con nuestras mejores teorías científicas sobre el mundo. La mejor estrategia para el nihilista es impugnar las credenciales realistas del disposicionalismo. Sin embargo, el problema con la disposicionalismo es que cualquier verdad moral es contingente. Debido a que los agentes en condiciones ideales operan en base a sus deseos actuales, es perfectamente posible que si sus actitudes evaluativas fuesen distintas aquello que ellos deseen desear sería radicalmente distinto. Podría ser el caso que todos los seres humanos tendrían los mismos valores en condiciones ideales (esta es una pregunta empírica), pero sería una verdad contingente que depende de las características particulares de la psicología humana. Lewis acepta que podría haber sido el caso que nuestros valores morales hayan sido “el mareo en el mar o la mezquina malicia” (132). ¿Estamos dispuestos a aceptar que cualquier actitud extravagante podría haber sido un valor moral si nuestras neuronas estuviesen configuradas de forma distinta? Si la respuesta es no, Mackie tenía razón cuando identificó a la objetividad prescriptivia como un compromiso esencial del lenguaje moral. Lewis responde al problema de la siguiente manera:

“Estrictamente hablando, nada debe recibir un nombre sin merecerlo perfectamente. Estrictamente hablando los valores genuinos tendrían que cumplir condiciones imposibles, así que es un error pensar que existen. Hablando libremente, el nombre puede ser asignado a cualquier candidato que lo merezca imperfectamente. Hablando libremente existe los valores.(…)

“Lo qué deberíamos hacer en esta situación depende de nuestro temperamento. Puedes golpear el tambor acerca de cómo la filosofía a descubierto un secreto terrible: ¡no existen los valores! (…) O puedes decir que la pregunta sobre la existencia de los valores está vacía, dilo que deseamos, habla estricta o libremente (…)  Cuando hablamos de merecer un nombre existen peores y mejores candidatos, pero quién sabe cuan bueno debe ser un candidato para que sea suficientemente bueno”  (136-137)

Por lo tanto, debemos destacar que Lewis sostuvo que algo es valioso para nosotros si y solo si lo valoramos en circunstancias ideales, entendiendo que valorar algo es simplemente ‘desear desearlo’. Ahora bien, lo distintivo de la posición de Lewis es su punto de vista sobre cuáles son las mencionadas circunstancias ideales debido a que este piensa que son circunstancias de «conocimiento imaginativo completo». Esto le permite a Lewis decir que diferentes productos tienen diferentes condiciones de conocimiento imaginativo. A su vez, esto sugiere que podría ser imposible imaginar adecuadamente la creación de instancias de varios valores diferentes a la vez

Al negar la premisa conceptual de Mackie, Lewis ha movido la pregunta por la existencia de los valores de una consideración metafísica a una consideración pragmática acerca de cómo queremos usar la palabra “valor”. Podemos hacer una lista de los distintos desiderata que queremos que apliquen a la palabra “valor”. Ciertamente, la objetividad prescriptiva  de Mackie será uno de ellos. Si las disposiciones a desear en condiciones ideales cumplen con todos nuestros desiderata excepto uno, tenemos que decidir si merecen ser llamadas “valores”. Pero no parece haber nada interesante que decir acerca de esta decisión: es solo una pregunta acerca de cómo queremos usar una palabra. Así como es lícito para los nihilistas morales sentirse provocadores al concluir que estrictamente hablando no existen los valores, aquellos que tengan un temperamento más sobrio también están justificados en sentirse poco impresionados.

 

Contra el argumento de la rareza (Brink)

En Moral realism and the sceptical arguments from disagreement and queernes, Brink cuestiona el argumento de la rareza de Mackie. Este argumento objeta la tesis del realismo moral no naturalista acerca de la existencia de valores objetivos por dos razones: (1) serían un tipo de entidad muy extraña y aceptar su instanciación en el mundo requeriría que admitamos cualidades o relaciones que serían completamente diferentes de cualquier otra cosa en el universo (objeción metafísica); y (2) la posibilidad de conocer estas entidades implicaría que tengamos una facultad especial o intuición moral que sería completamente diferente de nuestra forma ordinaria de conocer las propiedades naturales (objeción epistemológica). Por lo tanto, el realista moral no naturalista tiene una deuda explicativa tanto metafísica como epistemológica.

La explicación epistemológica que el realista moral tiene que elaborar debe dar cuenta de cómo la facultad intuitiva sui generis permite al agente identificar la característica que diferencia a los hechos morales respecto de hechos científicos, empíricos, etc., esto es, el ser objetivamente prescriptivos. Mackie entiende que el carácter prescriptivo implica un carácter intrínsecamente motivacional lo cual quiere decir que el hecho moral por sí mismo proporciona razones para actuar de determinada manera. Sin embargo, las condiciones que el argumento nihilista de Mackie establece a la demostración de la existencia de una objetividad prescriptiva requieren una caracterización del internalismo motivacional que explique un vínculo necesario entre la prescripción y la motivación de actuar de una determinada manera. Según dicha concepción fuerte, el internalismo motivacional no solo sostendría que el hecho moral da razones para actuar de una manera determinada, sino que su comprensión motiva a priori al agente para actuar de dicha manera. En otras palabras, el reconocimiento de un hecho moral implicaría necesariamente que el agente moral se identifique emocionalmente con una determinada acción y pase a realizarla.

Brink rechaza el internalismo motivacional señalando que creer en la existencia de propiedades morales y comprender qué significan es independiente del sentimiento de motivación que pueda tenerse para llevar a cabo la acción que prescribe. Decidir por un determinado curso de acción podría deberse a ciertas condiciones psicológicas o circunstanciales que podrían presentarse como no. Siendo la motivación de carácter contingente, un internalismo motivacional no tendría razón de ser. Refutando un supuesto vínculo necesario entre propiedad moral y motivación, se tendría una razón menos para sostener el argumento de la rareza.

Asimismo, Brink se encargará de saldar la deuda explicativa metafísica y epistemológica planteadas por  el argumento de la rareza de Mackie.

Argumento metafísico

En primer lugar, Brink se dirige a la rama metafísica. Él sostiene que la suposición de Mackie de que las propiedades morales tendrían que ser sui generis, quiere decir que serían ontológicamente independientes de las propiedades naturales; sin embargo, esta suposición, crucial para la tesis de Mackie, es falsa. Brink asegura que el realismo moral no requiere de un pluralismo ontológico, pues tiene dos opciones de corte materialista para legitimarse: (1) afirmando que las propiedades morales son idénticas a ciertas propiedades físicas, o (2) afirmando que las propiedades morales supervienen a ciertas propiedades físicas. Debido a que las instancias de las propiedades morales podrían realizarse de una manera física y no física, no deberían identificarse con instancias de propiedades físicas. Por lo tanto, Brink sostiene que lo más adecuado es decir que las propiedades morales supervienen a las propiedades físicas.

Además, Brink está convencido de que esta superveniencia no es infrecuente ni misteriosa. Que las propiedades morales supervengan a las propiedades naturales quiere decir que las propiedades morales dependen de las propiedades naturales, pero no son lo mismo que ellas. La superveniencia implica que no puede ocurrir ningún cambio en la propiedad superveniente (propiedades morales) sin que ocurra un cambio en la propiedad base (propiedades naturales), pero también implica una dependencia ontológica. Brink dice que, si asumimos que el materialismo es verdadero -y Mackie lo hace- todas las propiedades supervienen sobre las propiedades físicas, pues todas las propiedades no físicas -propiedades biológicas, sociales, psicológicas y morales- se realizan físicamente: son simplemente diferentes tipos de combinaciones de materia que se unen para explicar algo. Así, Brink sostiene que la superveniencia es una relación de dependencia o de constitución causal, por lo que nadie se sorprende de que, por ejemplo, hechos sociales como el desempleo, la inflación y la explotación supervengan sobre los hechos físicos, y no por ello se supone que los hechos sociales sean metafísicamente raros. Las propiedades morales no son ontológicamente simples o independientes, pero hay muchas razones para reconocer que las propiedades morales se realizan materialmente en el mundo. Por lo tanto, no hay nada de queer en que las propiedades morales supervengan sobre las propiedades físicas.

Argumento epistemológico

En segundo lugar, Brink también salda su deuda explicativa en la rama epistemológica. Mackie cuestiona cómo podríamos saber cuándo hemos alcanzado una relación de superveniencia adecuada, cómo haríamos para averiguar si cierto hecho natural involucra o no un hecho moral y, de ser así, cuál sería este. Mackie sostiene que podríamos obtener este tipo de conocimiento moral solo si tuviéramos una facultad especial para la captación de hechos morales, el tipo de facultad que defiende el intuicionismo moral. Según Brink, la objeción epistemológica de Mackie de que el realismo moral está comprometido con el intuicionismo moral se sostiene en su objeción metafísica errada de que los valores morales tendrían que ser ontológicamente sui generis. Como ya se expuso en el punto anterior, Brink niega que los hechos morales sean sui generis; por lo tanto, no necesitamos de una facultad especial para el acceso cognitivo a ellos.

La cuestión que queda por resolver es descubrir qué hechos naturales son supervenidos por hechos morales mediante determinadas teorías morales. Por ejemplo, si defendemos una explicación funcionalista del valor moral, entonces podemos saber cómo establecer qué hechos morales supervienen sobre un conjunto particular de hechos naturales. Luego, verificamos si los hechos naturales en cuestión contribuyen, interfieren o son neutrales con respecto al mantenimiento y la promoción del bienestar humano. De hecho, esta sería una tarea muy complicada, porque, en parte, dependería de las respuestas a preguntas empíricas controvertidas en campos como la economía, la teoría social, la psicología, etc. A pesar de ello, según Brink, todo esto demuestra que el conocimiento moral puede ser difícil de conseguir, pero no que el proceso cognitivo moral sea algo extraño o misterioso. Por lo tanto, Mackie no ha proporcionado una buena razón para dudar de que algunas de nuestras teorías morales sean aproximadamente ciertas.

En conclusión, estas consideraciones muestran acerca del realismo moral que no está comprometido con nada metafísica o epistemológicamente raro, que los hechos morales supervienen sobre hechos naturales, y que el conocimiento moral se adquiere de la misma manera que se adquiere conocimiento en otra teoría. Por lo tanto, el realismo moral es, al contrario de lo que decía Mackie, lo suficientemente plausible tanto metafísica como epistemológicamente.

Contra el argumento del desacuerdo (Moody-Adams, Brandt, Thomson y Shafer-Landau)

El argumento de la relatividad de Mackie pretende establecer en base a la prevalencia de desacuerdos morales que no existen valores objetivamente prescriptivos.  El argumento puede ser reconstruido de la siguiente forma:

Argumento de la relatividad

  1. Si existiesen hechos objetivamente prescriptivos, entonces no serían prevalentes los desacuerdos morales fundamentales. (premisa filosófica)
  2. Es el caso que son prevalentes los desacuerdos morales fundamentales (premisa empírica)

/∴ Por lo tanto, no existen hechos objetivamente prescriptivos (nihilismo  moral)

En la primera sección de este apartado presentaremos la crítica de Michele Moody-Adams  hacía la premisa empírica de Mackie. En la segunda sección presentaremos las respuestas de Thompsom y Shafer-Landau a la premisa filosófica del argumento.

Respuesta de Moody-Adams

Moody Adams (1997) disputa el uso de evidencia empírica sobre relativismo cultural descriptivo para apoyar al relativismo metaético.

Aclaremos estos dos términos:

Relativismo cultural descriptivo: tesis empírica que sostiene que distintas culturas tienen sistemas de valores absolutamente incompatibles entre sí. Generalmente, la evidencia proviene de la antropología cultural.

Relativismo metaético: tesis filosófica que sostiene que no hay tal cosa como verdades morales universales.

Moody-Adams utiliza tres líneas de argumentaciones. Primero, el relativismo cultural descriptivo no puede ser neutro en términos de cómo evalúa cada realidad cultural que toma en cuenta y la influencia de estas -las culturas- en los juicios morales que emiten. Esto debido a que, para plantear hipótesis empíricas -o sea, basadas en evidencia empírica-  sobre los juicios morales y poder contrastarlos entre ellos, se deben de tomar en cuenta factores no-empíricos para decidir qué elementos cuentan como data relevante y cuáles no. Segundo, el relativismo cultural descriptivo debe de evaluar  las variaciones y conflictos al interior de los grupos a los cuales se les atribuye sistemas de valores; sin embargo, ¿cómo se determinan qué criterios se utilizan para elegir la versión de uno o varios integrantes sobre la perspectiva moral de un grupo por sobre otras versiones al interior del mismo grupo? ¿Cómo se justifica la elección de ciertos fenómenos en lugar de otros para dar cuenta de la perspectiva moral del grupo o grupos que se desean analizar o comparar?. Tercero, el relativismo cultural descriptivo no tiene evidencia para sostener que los desacuerdos morales son fundamentales. La evidencia disponible es compatible con que los desacuerdos morales estén basados en desacuerdos sobre hechos no-morales (por ejemplo, desacuerdos sobre creencias religiosas).

La primera crítica de Moody-Adams se centra en la subdeterminación que tiene la evidencia empírica: múltiples interpretaciones son compatibles con la data disponible. La dificultad se encuentra en que aquello que se vaya a considerar o no como un dato relevante influye de forma importante en cuál sea la conclusión de dicho análisis. Pero en este caso no hay un criterio claro para decidir cuál dato es relevante. Cuando los antropólogos atribuyen un desacuerdo moral a un grupo, están realizando una serie de suposiciones metodológicas que son cuestionables. Por ejemplo, Brandt (1967) señala que es sumamente difícil identificar y demostrar qué propiedades atribuyen los grupos a, por ejemplo, una conducta X. El grupo A juzga la conducta X de una forma y el grupo B juzga la conducta X de otro modo. Entonces, para poder comparar cómo es evaluada la conducta X por los grupos A y B, habría que poder establecer que ambos grupos atribuyen propiedades idénticas -o por lo menos muy similares- a la conducta X para luego contrastar por qué valoran dicha conducta al modo en que lo hace. Por esta razón, el relativismo cultural descriptivo no es una tesis apoyada en evidencia empírica neutral.

La segunda crítica de Moody Adams se centra en que la supuesta evidencia a favor del relativismo cultural descriptivo ignora la posibilidad de desacuerdos intra-culturales. Convencionalmente, suele asumirse que la opinión que sostiene la mayoría sobre cuestiones morales es expresión de la posición de una cultura sobre ciertos temas, pues -en un análisis descriptivo- se tenderían a considerar las conductas más recurrentes entre los miembros. Sin embargo, la autora presenta el siguiente escenario: una conducta X puede ser recurrente entre los miembros de un grupo cultural A. Al mismo tiempo, la conducta X es reprobada por una minoría poderosa al interior del grupo en cuestión, ¿cómo se evalúa la importancia de la aprobación y desaprobación de la conducta X? Podría cuestionarse si la autoridad de tal minoría es sustancial o lo suficientemente importante como para desviar la atención del patrón de aceptación mayoritario de la conducta X. No obstante, una descripción -al modo de una etnografía- que pasase por alto características de este tipo -a favor de la minoría o en contra de esta- habría de ser tomada por falsa o errónea respecto a lo que pretende describir (1997, p. 95). Ahora bien, surge también la pregunta por cómo se determina qué opiniones al interior de tal grupo cultural son autoritativas y cuáles no, pues priorizar las opiniones de ciertos miembros por sobre otros corre el riesgo de omitir conflictos morales intra-culturales (Moody-Adams, 1997, p. 104).  Incluso si se llegase a identificar a un miembro participante de la cultura en cuestión que pudiese ser considerado un miembro promedio que dé testimonio de los estándares morales de dicho grupo cultural, queda abierta la posibilidad a que se omiten conflictos morales intra-culturales si es que se deja de considerar, por ejemplo, las posiciones y juicios morales de autoridades, y las posiciones y juicios de aquellos que se consideran marginales al interior del grupo. La necesidad e importancia de considerar ambos registros de la perspectiva moral de un grupo radica en que ambos proporcionan información respecto a los principios morales de una realidad cultural.¿Cómo se determinan qué criterios se utilizan para elegir la versión de uno o varios integrantes sobre la perspectiva moral de un grupo por sobre otras versiones al interior del mismo grupo? ¿Cómo se justifica la elección de ciertos fenómenos en lugar de otros para dar cuenta de la perspectiva moral del grupo o grupos que se desean analizar o comparar?

La tercera crítica se basa en señalar que no tenemos suficiente información para creer que los desacuerdos morales son fundamentales. Debido a que existen grandes desacuerdos no-morales sobre temas como la existencia de una vida después de la muerte y el funcionamiento de la naturaleza, nunca es claro si un desacuerdo entre dos grupos tiene su origen en creencias no-morales o creencias morales. Moody-Adams se refiere a este problema como la dificultad de desentrañar los significados situacionales de las prácticas de cada grupo. Un ejemplo de ello sería las variaciones que se encuentran en los significados situaciones de la práctica de matar padres ancianos. Por el lado de un grupo en particular se puede aprobar esta práctica si es bajo la creencia de así evitar el sufrimiento prolongado; no obstante, otro grupo lo puede desaprobar porque implica una creencia absoluta de no matar a los propios padres. Así, las valoraciones sobre actos morales dependerían de significados situacionales de una práctica moral en un lugar determinado.

El relativismo cultural descriptivo afirma que culturas distintas conectan sus propios significados que son opuestos frente a una misma acción. Estos significados, por tanto, resultan ser importantes para entender debates morales, ya que se trataría de actos morales cuya esencia se encontraría en los patrones concretos de significados situacionales, y cuyas condiciones culturales forman el pensamiento y comportamiento de cada miembro de una cultura. Ello podría favorecer al relativista descriptivo; sin embargo, se debe considerar los obstáculos al describir las prácticas morales y las creencias de una cultura, pues sea el ejemplo del debate del vegetarianismo, ¿cómo conciben las personas esta práctica? Los que aprueban comer carnes, ¿por su sabor, costumbre o necesidad nutricional? Esto podría evidenciar que es difícil poder determinar un desacuerdo moral fundamental entre actitudes o juicios morales distintas culturas, pues se debe considerar información de posibles cambios de sus creencias, o si son conscientes de ellas, si lo aceptan por su significado situacional en su sociedad.

Por último, El relativismo metaético  asume que los conflictos morales son irreconciliables y que esto es intrínseco a las diferencias entre sistemas morales ; el problema radica en todas las dificultades ya señaladas de estas descripciones como evidencia empírica, y, también, a que se excluye la posibilidad de que estos sean solucionados racionalmente entre individuos o grupos. La evidencia empírica por sí misma no nos dice nada sobre si los desacuerdos inter-culturales podrían ser resueltos.

Respuesta de Thomson y Shafer-Landau

En el caso de Thomson, considera que el relativismo moral no podría explicar la posible existencia de un desacuerdo moral irresoluble. Consideraría, más bien, que estas disputas son difíciles de explicar al implicar que las acciones son ampliamente variadas. Sea el caso de las disputas como el aborto o la eutanasia, los distintos puntos de vista se relacionan con conceptos y creencias sobre la vida, la muerte, la libertad limitada y el deber que tiene cada uno desde su posición. Sumado a ello, se podría considerar el problema walling-of , en el cual una posición ignora la posición contraria, ya que se opta por proteger las propias creencias morales ante una supuesta amenaza que podrían cambiar o hacer dudar las suyas. Así, por su parte, Thomson afirma que puede haber la posibilidad de si el desacuerdo moral es irresoluble, esto se debe a una indeterminación moral en el que no hay ninguna de las dos partes que tenga la razón, ya sea por la vaguedad del lenguaje moral o sus valores no se pueden medir para comparar distintas creencias o actitudes morales.

Por otro lado, algunos autores no comparten la idea de la reducción de las propiedades morales a propiedades naturales, esto debido a que esta concepción desafía la conocida ley de Hume según la cual no es posible obtener conclusiones normativas de premisas fácticas. Por ejemplo, si la sentencia de pena de muerte de un juez a un asesino les produce felicidad a los familiares de la víctima, de ello no se desprende necesariamente que matar sea correcto moralmente, ni mucho menos que el juez tenga la obligación moral de hacerlo. Por este motivo, filósofos como Shafer-Landau se muestra en defensa del realismo moral no-naturalista, lo que se propone es que los juicios morales son verdaderos en virtud de determinadas propiedades no-naturales, propiedades normativas. No obstante, esta propuesta debe mostrarnos cuáles son las relaciones entre estas propiedades no-naturales y las propiedades naturales. Si no fuese así estas propiedades serían realmente misteriosas, sujetas al argumento de la queerness que les dirigió Mackie. (Moreso,2018)

Contra el argumento de la explicación moral (Sturgeon y Railton)

Respuesta de Sturgeon

Sturgeon (s/f) refuta la tesis de Harman según la cual las creencias morales son irrelevantes para explicar la formación de juicios particulares sobre hechos no morales del mundo, pues son incapaces de demostrar un vínculo real entre observaciones empíricas de hechos espacio-temporales y la asignación de propiedades valorativas a dichas observaciones (Sturgeon, s/f, 167). Al contrario de Harman, aun concediendo que hasta el momento no ha habido ninguna demostración satisfactoria de la existencia de hechos morales, Sturgeon sostiene que las creencias morales sí tienen un rol explicativo respecto de los mencionados juicios al ser capaces de demostrar un rol causal entre la observación empírica y la valoración correspondiente. Así como las proposiciones matemáticas permiten realizar observaciones en el marco de teorías físicas sin que por ello implique que haya observaciones matemáticas, igualmente las creencias morales permiten realizar observaciones no morales de objetos no morales (p. 168).

De acuerdo a Harman, una teoría moral realista tendría que superar el desafío verificacionista para considerarse verdadera (Sturgeon, s/f, p. 164). Este desafío es aplicable a toda teoría moral que quiera demostrar una conexión causal entre un objeto moral y un evento medible del mundo. Sin embargo, las posturas escépticas y nihilistas morales consideran que ninguna teoría moral puede ser puesta a prueba en experimentos de observación empírica (Sturgeon, s/f, p. 165). Sturgeon expone la siguiente consideración: cualquier teoría, sea ética o científica, considerada independientemente de las pruebas de observación, carece de implicancias empíricas. Esto quiere decir que tanto teorías científicas como teorías éticas necesitan ser previamente apoyadas en una serie de asunciones no empíricas para ser aptas a estándares empíricos de observación (Sturgeon, s/f, pp. 165-166).

De acuerdo a Sturgeon (s/f), otra manera de entender el desafío verificacionista consiste en poner bajo examen la contribución de supuestos hechos morales en la explicación de hechos no morales, por un lado, y en la formación de juicios valorativos respecto de hechos no morales del mundo, por el otro (p. 170). Sin embargo, más allá de si es verdadera o falsa la asunción de la existencia de hechos morales, la creencia misma en la existencia de hechos morales proporciona eficacia explicativa a las interpretaciones que se hagan de los estados de cosas del mundo (Sturgeon, s/f, p. 173).

Ver Sección ‘Contra el argumento de la rareza’.

Respuesta de Railton

El realismo moral propuesto por Railton tiene matices muy particulares, los cuales, incluso han sido criticados por el hecho de no justificar un legítimo realismo moral. A partir de esta premisa, aclararemos los puntos que Railton sigue para esbozar su planteamiento metaético. En primer lugar, para este pensador, los juicios morales pueden tener valores de verdad en un sentido fundamentalmente no epistémico de verdad, lo cual significa que las propiedades morales son objetivas, aunque relacionales. Asimismo, tales propiedades, en un sentido similar al propuesto por Brink supervienen a las propiedades naturales, y pueden ser reducibles a ellas. Por otro lado, la investigación moral es una con la investigación empírica, lo que quiere decir que los problemas de ambas disciplinas se resuelven de la misma manera (bajo el mismo método). De tal forma, Railton destaca, a su vez, que un agente racional puede carecer de una razón para obedecer a los imperativos morales, aunque éstos le sean aplicables, lo cual se relaciona con el hecho de que distingue entre normatividad y prescriptividad de los valores morales.  Contra el relativismo y contra el no-cognitivismo, Railton afirma que aunque hay criterios perfectamente generales de evaluación moral, no obstante, por la naturaleza de estos criterios es probable que no haya un único tipo de vida que sea apropiado para todos los individuos y que no hay un único conjunto de normas apropiado para todas las sociedades y todos los tiempos.

Railton niega que toda disputa sobre un juicio de hecho puede ser zanjada mediante algún argumento o cuerpo de evidencia por sí mismo, bajo pena de irracionalidad. Esto lo justifica afirmando que lo que sería racional o irracional que un individuo crea no solo depende de sus otras creencias sino también de lo que desea (racionalidad instrumental). Asimismo, contra el argumento humeano, Railton niega que todos los hechos morales (si existen) necesariamente proporcionan una razón para la acción a todos los seres racionales, independientemente de sus deseos particulares. Esto lo justifica mediante el ejemplo del free rider (sensible knave), quien sabe que la única manera de obtener las ventajas de la cooperación social es que la práctica de la justicia sea extendida, pero también se da cuenta de que un solo acto de injusticia no dañará significativamente la práctica. Por lo tanto, como a este solo le importa él mismo, cree que no tiene razón para actuar éticamente, a pesar de que acepta que sus actos están mal. La injusticia de sus acciones no lo motivan a actuar de otra manera.

Teniendo esto en consideración, Railton propone seguir la estratagema genérica del realismo naturalista, que se basa en postular un ámbito de hechos en virtud de la contribución que harían a la explicación a posteriori de ciertos aspectos de nuestra experiencia. Por ejemplo, postular un mundo externo en virtud de la contribución que hace a la explicación a posteriori de la coherencia, la estabilidad y la intersubjetividad de la experiencia sensorial. A partir de esta argumentación, Railton considera necesario que para que los hechos morales sean capaces de tal explicación, deben ser independientes de nuestras creencias en ellos, y debemos ser capaces de interactuar con la realidad moral.

A fin de ofrecer una explicación naturalista del valor moral, Railton ofrece primero una explicación del valor no-moral en términos de las actitudes de las versiones idealizadas de nosotros mismos (versiones plenamente racionales e informadas de nosotros, relacionado esto con la noción de interés objetivo), es decir, lo que una versión idealizada de nosotros desearía que desearamos, dado un contexto particular. Esto se puede aclarar mediante el siguiente ejemplo:

Emilio ha tenido una relación sentimental con Cielo por más de 4 años, por lo cual decide proponerle matrimonio. Sin embargo, resulta que Cielo lo ha estado engañando con su mejor amigo durante todo este tiempo. El interés objetivo de Emilio sería alejarse de esa mala mujer, ya que una versión idealizada de Emilio sabría que Cielo lo ha estado engañando con su mejor amigo durante todo ese tiempo. En ese caso, alejarse de Cielo es no-moralmente bueno para Emilio. Esta, vale destacar, es una explicación naturalista porque el interés objetivo de Emilio depende de (superviene a) sus propiedades constitutivas naturales (cualidades primarias) y su entorno. Por lo tanto: 𝑋 es intrínsecamente no-moralmente bueno para 𝐴 si y sólo si 𝑋 satisfaría un interés objetivo de 𝐴 sin referencia a ningún otro interés objetivo de 𝐴.

La fuerza motivadora de la normatividad proviene de la racionalidad instrumental y del compromiso con ciertos fines. Para Railton, ésta es una reducción de una explicación normativa a una explicación que apela sólo a fines y hechos naturales (racionalidad instrumental). Sin embargo, Railton, a partir de esto, va a proponer que las normas morales reflejan un cierto tipo de racionalidad social (racionalidad instrumental desde un punto de vista social). Entonces, lo moralmente correcto es lo que se aprobaría racionalmente si los intereses de todos los individuos potencialmente afectados contaran por igual en circunstancias de información completa y vívida (i.e., si los intereses objetivos de todos los individuos potencialmente afectados contaran por igual).

Conclusión

Si bien es cierto, se entiende por nihilismo moral a aquella posición que niega la existencia de una moral verdadera, en la medida en que hay muchos marcos morales diferentes ninguno de los cuales es más correcto que otros tal como lo señala Harman (1996). También es posible asociar esta posición con el relativismo moral que no abandona de forma total los juicios morales en la medida en que estos son relativamente importantes en nuestro pensamiento moral.

Así pues, los filósofos que han sido expuestos previamente (Lewis, Brink, Moody-Adams, Thomson y Shafer-Landau) atacan principalmente los argumentos de Mackie a través de la posición del realismo moral, el cual surge como una alternativa a la postura de Mackie de señalar como misteriosas las aseveraciones morales. De este modo, el realismo moral se presenta aquí como la demostración de que los hechos morales se adquiere como cualquier otro conocimiento a partir de hechos naturales, lo que la hace válida tanto metafísica como epistemológicamente.

Finalmente, las objeciones que se plantean al relativismo moral se generan a partir de su postura de asumir que los conflictos entre sistemas morales son irreconciliables, ya que se sostiene que no hay ninguna evidencia empírica que respalde esta postura. Del mismo modo, el argumento de que ninguna teoría moral puede ser puesta a prueba en experimentos de observación empírica es cuestionable, puesto que las proposiciones matemáticas nos han permitido establecer teorías físicas legítimas. Por lo tanto, es posible que las teorías éticas así como las científicas sean apoyadas previamente en supuestos hasta que estas puedan ser adaptadas a la realidad.

Bibiografía

Brandt, R. (1997). «Ethical Relativism». En Moral Relativism. A Read Press, pp. 25-31.

Brink, D. (1984) Moral realism and the sceptical arguments from disagreement and queerness. Australian Journal of Philosophy. Vol. 62, No. 2, pp. 111-125.

Chrisman, M. “What is this thing called Metaethics?” Nueva York: Routledge.

Harman, Gilbert (1975). “Moral Relativism Defended”. The Philosophical Review 84, no. 1 (1975): 3–22. 

Harman, Gilbert (1996). “Moral Relativism,” in: Gilbert Harman and Judith Jarvis Thomson: Moral Relativism and Moral Objectivity. MIT Press 1996, pp. 1-64.

Joyce, R. “The Myth of Morality”  (2001). Oxford: Oxford University Press

Moody-Adams, M. (1997) «The Empirical Underdetermination of Descriptive Cultural Relativism». En Moral Relativism.  A Read Press, pp. 93-106.

Moreso, J.J. 2018, “Realismo moral”, Enciclopedia de la Sociedad Española de Filosofía
Analítica (URL: http://www.sefaweb.es/realismo-moral/)

Lewis, D. “Dispositional Theories of Value” (1989)  Proceedings of the Aristotelian Society, Supplementary Volumes 63, pp.113-137.

Thomson, J. J. (1996), “Response to Harman’s Part I”. En Moral Relativism and Moral Objectivity. Blackwell, pp. 204–6.

Shafer-Landau, R. (2003) “Rationality and Disagreement”. En Moral Realism: A Defence. Clarendon Press, pp. 215-228.

Sturgeon, N. Capítulo 17, «Moral Explanations». (s/f)

Links a otros recursos

Anti-realismo moral https://plato.stanford.edu/entries/moral-anti-realism/

Debate Realismo y Anti-Realismo https://plato.stanford.edu/entries/moral-anti-realism/moral-realism-explain.html

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