El expresivismo es una teoría metaética no cognitivista contemporánea. Esta surge como estrategia para explicar las objeciones que plantean el problema modal y el problema del desacuerdo a la postura de la perspectiva subjetiva del hablante. Es decir, actualiza el vínculo que la perspectiva de hablante establece entre oraciones morales y estados mentales. Schroeder aborda estos temas de manera analítica encontrando que  definitivamente existe un vínculo entre oraciones, que implican pensamientos morales, y estados mentales, como la creencia o desaprobación de aquellos.Sin embargo, dicho vínculo no es de sinonimia como ha sido planteado por el subjetivismo de hablante, sino que es de expresión.  Asimismo, como veremos en este artículo existen otros autores adoptan el expresivismo y reformulan la premisa central de este. Entre ellos, está Allan Gibbard, quien aborda el expresivismo desde la racionalidad de las acciones y sentimientos.  Asimismo, Simon Blackburn, presenta una alternativa expresivista, a través de dos teorías: la teoría del involucramiento y la teoría de actitudes de orden superior. De esta manera, este artículo abordará la explicación de Schroeder sobre el significado expresivo, la propuesta de Gibbard y las teorías de Blackburn.

Ver sección ‘La propuesta de Gibbard’

Ver sección ‘La propuesta de Blackburn’

Problemas del no-cognitivismo clásico (Schroeder)

El no cognitivismo tiene como predecesor la subjetivismo de hablante. De acuerdo con esta postura , existe una relación de sinonimia entre oraciones morales y los estados mentales. Tomemos en cuenta las siguientes oraciones:

(1)                              Mentir está mal.

(2)                             Desapruebo mentir.

En el ejemplo anterior, (2) se refiere al estado mental de desaprobación, mientras que (1) es una oración moral. Así, de acuerdo con el subjetivismo de hablante, ambas oraciones son equivalentes, puesto que decimos que algo nos parece bueno o malo, si en realidad lo aprobamos o desaprobamos. De esta forma, al considerar que el lenguaje moral se refiere a un estado mental, el subjetivismo de hablante parece explicar algunas de las deudas explicativas que enfrenta el no-cognitivismo. 

Por un lado, en relación al problema de la motivación, el subjetivismo de hablante explica que, en todo caso, la desaprobación o aprobación de cierta acción es la que nos motiva a actuar, en general, de forma consecuente. Así, si se toma en cuenta (2), estaríamos motivados a no mentir. Es decir, (2) es un estado mental que nos motiva a actuar de cierta manera. Por otro lado,  el subjetivismo de hablante permite evitar el problema central de la metaética, es decir, la cuestión sobre qué es lo que hacemos cuando hablamos. Por ejemplo, e en el caso de la ética, el lenguaje moral no es vacío, sino que, en realidad, habla sobre algo. En este caso, empleamos oraciones morales para referirnos a estados mentales (Schroeder 2010,67).

Sin embargo, a pesar de que el subjetivismo de hablante resulte atractivo, puesto que parece solucionar algunas objeciones posibles a una teoría no-cognitivista, este enfrenta dos grandes problemas: el problema modal y el problema del desacuerdo.

El problema modal se puede caracterizar con el siguiente ejemplo:

(3)                             Si mañana no desapruebo el parricidio, entonces mañana no desapruebo el parricidio.

(4)                             Si mañana no desapruebo el parricidio, entonces mañana el parricidio no está mal. 

  La oración  (3) parece ser verdadera. Sin embargo, al examinar (4) hay algo que intuitivamente parece incorrecto.  De acuerdo con el subjetivismo de hablante, (4) debería significar lo mismo que (3), puesto que tanto la oración ‘el parricidio está mal’ como la oración ‘desapruebo el parricidio’  son  substituibles. Es decir, al ser oraciones sinónimas, deberían poseer el mismo valor de verdad si son puestas a diferentes condiciones. Sin embargo, como se puede apreciar en el ejemplo (4), al someter las oraciones a un operador modal de tiempo, como lo es la palabra ‘mañana’, la oración resulta falsa. La misma estrategia se puede aplicar a diferentes oraciones con diferentes operadores modales para demostrar que el subjetivismo de hablante falla si es sometido a ciertas condiciones. En el siguiente ejemplo tomemos en cuenta el operador modal de necesidad:

(5)                              Necesariamente si robar es malo, entonces robar es malo.

(6)                              Necesariamente si robar es malo, entonces desapruebo robar.

En estas dos oraciones, evidentemente, (5) es verdadera. sin embargo, al someter un operador modal de necesidad en el condicional de las dos oraciones, no se da el caso de que la oración (6) sea verdadera, puesto que, si robar es malo, ello no implica que las personas deban desaprobarlo. En efecto, es posible encontrar personas que aprueben el robo. Así, como se puede apreciar en los anteriores ejemplos, las oraciones morales no parecen ser sinónimas y, por lo tanto, substituibles con oraciones que refieren a ciertos estados mentales, como la desaprobación, ya que, al ser sometidas a operadores modales, los valores de verdad difieren.

Con ello, sería importante resaltar la cuestión que enfrenta el subjetivismo del hablante con la oración ‘Necesariamente si robar es malo, entonces desapruebo robar’, ya que se debería evaluar cada perspectiva para quien dice ‘robar es malo’ y lo intuye de forma distinta. No obstante, finalmente, la oración se está interpretando de forma general como ‘desapruebo robar’ para cualquier persona que lo anuncie. En todo caso, desde el punto de vista del subjetivista, (6) es verdadera sin considerar quién la estaría anunciando, pero sí es posible encontrar que sea falsa para un ladrón. 

Un segundo problema que enfrenta el subjetivismo de hablante es el problema del desacuerdo. En términos generales, como se ha visto en el problema modal, las oraciones morales sometidas a ciertas condiciones no parecen tener el mismo significado que oraciones que refieren a estados mentales. En este sentido, al someterlas a casos en los que existe desacuerdo parecen comportarse de forma extraña. Tomemos como ejemplo, el caso de  un hablante A y de un hablante B, que tienen una conversación en la que discrepan sobre un asunto moral.

A:                              El plagio está mal.

B:                              Eso es falso; el plagio no está mal.

En ejemplo, si bien existe un desacuerdo, ambas posiciones son válidas. Es decir, existen personas que pueden encontrar que el plagio sea un acto inmoral como también pueden existir otras que consideren el plagio como un acto aceptable. Sin embargo, según el subjetivismo de hablante, las oraciones del anterior ejemplo deberían ser substituibles con oraciones que refieren a estados mentales y significar lo mismo.No obstante, no ocurre exactamente de esa manera. Observemos el siguiente ejemplo para demostrar lo explicado anteriormente:

A’:                              Yo desapruebo el plagio.

B’:                              Eso es falso, yo no desapruebo el plagio.

Claramente, se puede observar que ambos ejemplos propuestos no tienen el mismo significado. El discrepar sobre si el plagio es un acto malo debería significar lo mismo sobre discrepar si se desaprueba o no el plagio. Sin embargo, no ocurre lo anteriormente dicho, ya que en el primer ejemplo propuesto ambas oraciones expresan el desacuerdo entre dos hablantes, mientras que, en el segundo, las oraciones son perfectamente compatibles y, por lo tanto, no existe un desacuerdo real (Schroeder 2010, 69).

Significado expresivo (Schroeder)

El expresivismo es una teoría metaética no cognitiva que busca resolver los dos problemas del subjetivismo de hablante: el problema modal y el desacuerdo. Estos, según el expresivismo, se deben a que el subjetivismo de hablante asume que las siguientes oraciones tienen el mismo significado y que la segunda es suficiente para explicar la primera.

(7) La hierba es verde.

(8) Creo que la hierba es verde.

Sin embargo, (8) es una mala explicación sobre el significado de7, lo que conduce al problema modal y del desacuerdo. El problema modal se observa comparando las siguientes oraciones:

(9) Si no creyera que la hierba es verde entonces no habría sido el caso que crea que la hierba es verde.

(10) Si no creyera que la hierba es verde entonces no sería el caso que la hierba es verde.

(11) Si mañana dejo de creer que la hierba es verde entonces mañana no será el caso de que crea que la hierba es verde».

(12) Si mañana dejo de creer que la hierba es verde entonces mañana no será el caso de que la hierba sea verde.

Las oraciones 3 y 5 son claramente verdaderas, pero 4 y 6 son falsas, pues nuestras creencias no tienen efectos en el color de la hierba.

Por otro lado, en el subjetivismo de hablante aparece el problema del desacuerdo que se ejemplifica en las siguientes conversaciones:

Conversación 1

Pedro: Creo que la hierba es verde.

Luisa: ¡Eso es falso! No creo que la hierba sea verde.

Conversación 2

Pedro: La hierba es verde.

Luisa: ¡Eso es falso! La hierba no es verde.

Para el subjetivismo de hablante ambas conversaciones deberían tener el mismo significado. Pero obviamente estas conversaciones no tienen el mismo sentido. La primera no tiene sentido, pues la respuesta de Luisa es confusa.

Por otro lado, la diferencia entre «la hierba es verde» y «creo que la hierba es verde” se define como la distinción entre expresión y reporte. Así, cuando decimos: «creo que la hierba es verde» reportamos una creencia de que la hierba es verde, y cuando decimos: «la hierba es verde» expresamos esa creencia. Así, encontramos una diferencia entre el subjetivismo de hablante y el expresivismo. Para el primero el significado de las oraciones morales consiste en reportar estados mentales como la desaprobación, mientras que para el expresivismo las oraciones morales expresan estados mentales como la desaprobación.

Para el expresivismo «expresar» es un término marcador de posición para cualquier relación que pueda existir entre «la hierba es verde» y la creencia de que la hierba es verde. El expresivismo asocia cada oración con un estado mental.  De este modo, el significado de una oración “O” es información sobre lo que es pensar que O. Por ejemplo, el significado de “la hierba es verde” es información sobre lo que es pensar que la hierba es verde. Pensar que la hierba es verde, es estar en un estado mental con una dirección de ajuste de mente a mundo. Es decir, se asume que el mundo es de una determinada manera, la mente se ajusta a él y lo representa de forma verdadera o falsa.  

Con respecto a las oraciones morales ocurre algo distinto. Por ejemplo tenemos:

(13)  Robar dinero está mal.

(14) Desapruebo el robo de dinero.

Como sabemos, el significado de ambas oraciones no es el mismo. Así, el significado de “robar dinero está mal” es información sobre lo que es pensar que robar dinero está mal. Pero pensar que robar dinero está mal es estar en un estado mental con una adecuación de mundo a mente. El sujeto expresa un estado mental de desaprobación y evalúa el mundo según su pensamiento, pues el expresivismo señala que las oraciones morales son una proyección de las actitudes del sujeto hacia el mundo.

Además, para el expresivismo cuando se hace un juicio moral genuino, no se forma una creencia sino que se está en una situación no cognitiva que es un estado mental de deseo como planear. Por ejemplo, cuando alguien dice: “robar está mal” entonces está planeando evitar robar siempre que se pueda, es decir, está en un estado mental de deseo contra robar. En este caso, el sujeto está motivado a no robar en la medida en que es una persona racional que actúa de acuerdo a sus planes. Así, las declaraciones morales tienen el propósito de expresar nuestros planes.

Sin embargo, el hecho de planear hacer algo no es suficiente para un juicio moral. Por ejemplo, Luisa disfruta de la música de X y por tanto planea escucharlo siempre que pueda. Esto no significa que ella está moralmente obligada a escuchar a X. Luisa sólo planea hacerlo porque le gusta. Por tanto, el expresivismo debe distinguir entre los juicios morales y las preferencias personales. En respuesta a este desafío, Blackburn sugirió que los juicios son redes de planes conectados. Por ejemplo, si cree que robar está mal entonces además de tener un plan para no robar también necesita otros planes como: criticar y culpar a otras personas que roban, alabar a otras personas que no roban, sentirse culpable si robas, etc. Blackburn sostiene que si el sujeto tiene esta red de planes entonces se puede distinguir los juicios morales de las preferencias personales.

Además, para el expresivismo una oración expresa el estado mental en el que tendrías que estar si pronuncias una oración con sinceridad. Desde este punto de vista, la oración «la hierba es verde» expresa la creencia que tendrías que tener si la dices con sinceridad. Sólo puedes decir esta oración sinceramente si crees que la hierba es verde. Por eso la oración «la hierba es verde» expresa la creencia de que es verde.

Del mismo modo, puedes decir sinceramente que «robar está mal” sólo si planeas no robar. En general, las oraciones morales siempre expresan los planes que tendrías que tener si dijeras estas oraciones sinceramente. Según el expresivismo, se puede entender el significado de las palabras morales si se sabe los planes que expresan.

El expresivismo entiende los desacuerdos morales de la siguiente manera, por ejemplo, A quiere ir a comer en un restaurante mexicano y B a uno árabe. Ahí hay un desacuerdo sobre dónde ir a comer.  Lo mismo sucede cuando C dice: «mentir está mal» y D dice: «no, mentir está bien», C está expresando tu plan de no mentir mientras que D está expresando su plan de mentir. C y D tienen un desacuerdo en sus planes. Así, en ambos casos, hay un desacuerdo en la planificación, porque los planes que tienen no pueden ser satisfechos al mismo tiempo.

Así, el expresivismo es una teoría no cognitivista donde el significado de las palabras morales se explica por los juicios morales, estos son estados mentales de planificación no cognitiva. Finalmente, el expresivismo afirma que la forma correcta de explicar el significado de una oración, «P», es decir lo que es pensar P.

La propuesta de Gibbard

En Wise Choices, Apt Feelings (1990), Allan Gibbard emplea la estrategia del expresivismo al analizar oraciones morales. Así, la relación entre oraciones morales y estados mentales no-cognitivos es que los primeros son dispositivos convencionales que expresan un estado mental. Sin embargo, Gibbard amplía la estrategia planteada por el expresivismo, ya que no se centra en las oraciones morales sobre acciones o sentimientos, sino en los juicios morales sobre qué acciones o sentimientos son más racionales o aptos. Por ello, el objetivo cambia de la moralidad a la racionalidad. De esta forma, la teoría expresivista de Gibbard responde a la pregunta sobre qué significa para alguien juzgar que algo sea racional o irracional. Como se verá, esta preocupación por la racionalidad ha de aparecer también en otras perspectivas expresivistas como la de Simon Blackburn. 

Ahora bien, Gibbard utiliza el término “racional”, para referirse a ‘lo que tiene sentido’ o lo que es considerado en cualquier situación como la elección sabia. De ahí que el acto racional sea lo que tendría sentido hacer o, en otras palabras, lo que en cada situación sería la elección correcta sin referirnos necesariamente a la moralidad. Con ello, se evidencia que llamar racional a un acto, sentimiento o creencia es expresar que uno acepta las normas que lo permiten. Así, Gibbard considera que los juicios, en relación a la racionalidad, no atribuyen una propiedad descriptiva hacia algo, sino que reaccionan, es decir, expresan un tipo de estado mental: el de aceptar reglas o normas. Dicha postura es caracterizada como expresivismo de norma.

Para ilustrar la postura de Gibbard sobre este expresivismo normativo, tomemos en cuenta la siguiente situación: 

(Un sujeto A, el cual conoce las reglas de juego del ajedrez, se enfrenta a un sujeto B, el cual es principiante en dicho juego. Así, A juzgará las movidas de juego que realiza B como irracionales, ya que estas, según las normas que acepta A, en relación al ajedrez, no son las esperadas. De esta manera , se observa que se cumple lo siguiente : 

Para que un agente X juzgue la acción/actitud/creencia de un agente Z como racional, el agente X debe aceptar un sistema de normas que permita dicha acción en la circunstancia de Z tal como X la concibe. 

Así, para que un juicio sea considerado racional, ya sea en relación a uno mismo o desde el punto de vista de la tercera persona, este debe expresar la aceptación de ciertas normas. De igual manera, Gibbard considera que los juicios morales refieren a la racionalidad de los sentimientos. Por lo tanto, es plausible aplicar la anterior estrategia a juicios de tipo ético, ya que, los sentimientos parecen ser racionales si se los sitúa de acuerdo a determinados casos. Esto puede ilustrarse con el siguiente ejemplo: 

Un sujeto F se encuentra rindiendo un examen para el cual requiere un nivel de preparación exigente. F decide no estudiar y copia durante el examen.

Por lo tanto, si se aplica la estrategia propuesta por Gibbard a  este caso se concluye lo siguiente:

Es racional que el sujeto F experimente el sentimiento de culpa o vergüenza si es consciente de su elección, así como es racional que el resto de las personas juzgue la acción del sujeto como reprochable o indignante, ya que aceptan un sistema de normas en una determinada situación. Además, recordemos que en el ejemplo anterior a este, el agente X tiene objetivos al interactuar con otros agentes, los cuales son diferentes entre sí, por lo que este realiza una acción razonada y busca cumplir su objetivo. De ahí  se puede inferir que la racionalidad se caracteriza como instrumental, pues  esta reside tanto en la interacción entre agentes como en la búsqueda de cumplir sus deseos bajo ciertas normas establecidas. 

Ante ello, puede objetarse que es racional sentir respeto o fidelidad aun si el  agente no lo desea. Más aún, sería irracional desear sentir sentimientos como culpa o vergüenza si uno tiene presente al menos su propio bienestar. Habría que considerar  la racionalidad, entonces, no solo como una consistencia lógica pura sobre las creencias, sino también como actos instrumentalmente racionales en la medida que cumple con los deseos intrínsecos del agente, cuya disposición a realizar un acto es plenamente consciente y atenta a la información disponible en una determinada circunstancia.

{Esta sección puede seguir desarrollándose} 

La propuesta de Blackburn

Al igual que Gibbard, la propuesta expresivista de Blackburn continúa con la preocupación por enmarcar las expresiones morales en el ámbito de la racionalidad. Para ello, la teoría que ofrece Blackburn quiere satisfacer dos propiedades de los hablantes racionales en relación con la validez de los argumentos que contienen términos morales: la inconsistencia racional y el compromiso inferencial. Blackburn presentará dos teorías que explicarán las dos propiedades que los agentes deben satisfacer. Por un lado, explicará su teoría del involucramiento. Años después, Blackburn brindará una teoría de las actitudes de orden superior (TAOS), según la cual los hablantes se encuentran en actitudes hacia otras actitudes.

La semántica veritativo-condicional ha ofrecido, para las expresiones lingüísticas, la receta de las funciones de verdad que le permite explicar la restricción composicional y la restricción comunicativa, ambas fundamentales  en el lenguaje [véase El problema Frege-Geach]. Debido a que tanto el no cognitivismo clásico como el contemporáneo rechazan la semántica veritativo-condicional, Blackburn debe explicar cómo se puede satisfacer la validez de argumentos que contengan términos morales. Para ello, propone dos recetas que son coextensivas con la validez. La primera receta es la de la inconsistencia racional. Según ella, cualquier hablante que acepte las premisas de un argumento debe racionalmente también aceptar su conclusión. Para ejemplificar esto, observemos el siguiente argumento:

 Argumento 1 (Arg. 1):

P1.                              Comer roedores está mal.

P2.                              Si comer roedores está mal, entonces comer cuyes está mal.

C1.                              Comer cuyes está mal.

 

Según Blackburn, si un agente racional acepta las dos premisas, debe aceptar la conclusión. En caso de no aceptarse la conclusión luego de haber aceptado las premisas, entonces el hablante sería irracional.En este sentido, si el hablante acepta que comer roedores está mal y que los cuyes son un tipo de roedores, entonces ha de aceptar que comer cuyes también está mal. 

La segunda receta está estrechamente relacionada con la primera. Esta toma el nombre de compromiso inferencial. A partir de ella, se puede mencionar que cualquier persona que acepte las premisas de un argumento se compromete a inferir la conclusión. Más allá de ser un acto racional, es un compromiso de cualquier hablante para comprender los argumentos que incluyen términos morales. Volviendo al argumento 1, se puede afirmar que cualquier persona que afirme que comer roedores está mal y que los cuyes pertenecen a la familia de los roedores, está comprometido con aceptar que comer cuyes, en efecto, está mal.

Tal como se ha observado en el primer argumento, estas dos recetas son útiles, porque son coextensivas con la validez de las expresiones que contienen términos no morales. Blackburn afirma que argumentos como el mostrado arriba pueden ser explicados en términos de su teoría del involucramiento. Según la misma, existe la posibilidad de ofrecer el significado de un condicional a partir de sus partes más simples. Así, el argumento cumple con la fundamental restricción de composicionalidad. Este involucramiento no se encuentra, sin embargo, en el plano de las expresiones lingüísticas. Más bien, la relación de involucramiento entre la primera premisa y la conclusión se halla en los estados mentales de los hablantes – representados entre corchetes “[…]”. Veamos el siguiente ejemplo para entender a detalle lo que aquí se menciona.

 

Arg. 2 (involucramiento):

P1.                              Comer roedores está mal.

P2.                              [Comer roedores está mal] involucra [comer cuyes está mal].

C1.                              Comer cuyes está mal.

 

Como se puede ver en el ejemplo, el primer argumento ha sido explicado en términos de involucramiento. Si un hablante se encuentra en el estado mental de que comer roedores está mal, entonces eso involucra el estado mental de que comer cuyes está mal. De tal manera, podemos inferir la conclusión. Al fin y al cabo, los cuyes son un tipo particular de roedores; es decir, los hablantes que enuncian la primera premisa establecen esta relación de involucramiento entre ambos estados mentales, de tal modo que la conclusión se sigue de las premisas y el argumento es válido.

Debido a algunas complicaciones de la teoría del involucramiento (véase el problema Frege-Geach), Blackburn plantea una segunda teoría llamada “la teoría de las actitudes de orden superior” (en corto TAOS). El propósito de la teoría es explicar las dos propiedades en relación con la validez: la inconsistencia y  el compromiso inferencial. 

Antes de explicar ambas propiedades de acuerdo con TAOS, veamos qué nos dice sobre las expresiones morales (como oraciones). Para Blackburn, cuando uno acepta o dice una oración moral como (15a) y (16a) lo que hace es expresar su actitud de desaprobación y aprobación, respectivamente: es como si dijese (15b) y (16b). De este modo, los términos morales expresan actitudes mentales de los hablantes. 

(15a)                              Matar personas está mal. 

(15b)                              ¡Buu! Matar personas.  

(16a)                              Ayudar a los pobres está bien. 

(16b)                              ¡Hurra! Ayudar a los pobres. 

Otra manera de formular la actitud de desaprobación sería con el operador “Des”. Entonces, (15b) sería “Des (Matar personas)”. Esta es una manera de formular las oraciones con contenidos morales. No obstante, debemos ver qué ocurre con expresiones más complejas como argumentos (estos contienen expresiones más simples como las oraciones). Asimismo, es importante ver estos casos, porque recordemos que está tratando de explicar las dos propiedades atribuidas a agentes en relación con la validez (una propiedades de los argumentos). Por ende, debemos considerar algunos argumentos en relación con las dos propiedades. 

Primero, respecto al compromiso inferencial. Este sostiene que un agente racional e.g. Benito, si acepta las premisas de un argumento válido, está comprometido a aceptar su conclusión. En otras palabras, si Benito se encuentra en [P ⊃ Q] y en [P], entonces está comprometido a estar en [Q]. Si no fuese el caso, sería irracional. Asimismo, Blackburn considera que [P ⊃ Q]  es igual a Des ([P] ∧ ¬[Q]). Es decir, si Benito está en [P ⊃ Q] y en [P], no podría estar en ¬[Q] (no podría ser el caso que no esté en el estado de [Q]). Entonces, si está en [P ⊃ Q], desaprueba estar en [P] y en ¬[Q], pues es racional: esta formulación es la misma que Des ([P] ∧ ¬[Q]). Consideremos el siguiente argumento. 

 

Arg 3. 

P1.                             Matar personas está mal. 

P2.                             Si matar personas está mal, entonces matar ancianos está mal. 

C1.                             Matar ancianos está mal.

 

Veamos el argumento paso a paso desde la perspectiva de Blackburn, P1 sería Des (matar personas); P2 sería si (Des(matar personas)), entonces (Des (matar ancianos)); por último, C1 sería Des (matar ancianos). Como vimos por la siguiente regla [P ⊃ Q]  = Des ([P] ∧ ¬[Q]), P2 sería de la siguiente forma Des (Des (matar personas) ¬ Des (matar ancianos). De este modo, si un agente racional no acepta C1, pero sí P1 estarían en el estado mental Des (matar personas) ¬ Des (matar ancianos). Este último estado justamente ha sido desaprobado en P2 por él mismo; por ello, es irracional, pues estaría en un estado mental que él mismo desaprueba 

En segundo lugar, veamos la inconsistencia. Esta sostiene que un agente – e.g. Benito – si acepta las premisas de un argumento válido y niega su conclusión, entonces es racionalmente inconsistente. Es decir, si Benito se encuentra en [P ⊃ Q], [P] y [¬Q], entonces es racionalmente inconsistente. Además, Blackburn considera que [P ⊃ Q] es igual a Des ([P] ∧ [¬Q]). En otras palabras, lo que quiere decir es que si Benito está en [P ⊃ Q], entonces debe desaprobar estar en [P] ∧ [¬Q], pues esto lo haría irracional. Notemos que, a diferencia del compromiso inferencial, la negación no está fuera del corchete, sino dentro, lo cual quiere decir que no niega el estado mental, sino hay un estado mental que niega la conclusión de un argumento. 

Consideremos el arg. 3 desde la notación de Blackburn. En este caso, P1 sería Des (matar personas); P2 sería si (Des(matar personas)), entonces (Des (matar ancianos)); por último, C1 sería Des (matar ancianos). De igual forma, según la regla [P ⊃ Q] es igual a Des ([P] ∧ [¬Q]), P2 sería Des (Des(matar personas)) ∧ (Des (no matar ancianos)). Entonces, tenemos el argumento de la siguiente forma 

 

Arg 3*

P1                              Des (matar personas)

P2                              Des (Des(matar personas)) ∧ (Des (no matar ancianos))

C1                              Des (matar ancianos)

 

Si Benito niega la conclusión estaría en el estado Des (no matar ancianos). No obstante, ya había aceptado P1, entonces estaría en el estado (Des(matar personas)) ∧ (Des (no matar ancianos)). Ahora fijémonos que Benito desaprueba este estado en P2; por ende, si acepta estar en un estado que desaprueba, Benito sería racionalmente inconsistente. 

De esta manera, Blackburn explica las dos propiedades atribuidas a agentes en relación con la validez. Lo interesante de esta postura es que, como vimos con Gibbard, presenta una teoría metaética en términos de racionalidad. Asimismo, nos dice cómo funciona el lenguaje moral en virtud del pensamiento moral.

Conclusión

En conclusión, en este texto, vimos una aproximación al no cognitivismo contemporáneo (expresivismo) dividido en cuatro secciones: problemas del no-cognitivismo clásico, significado expresivo, la propuesta de Gibbard y la propuesta de Blackburn. En la primera sección explicamos el subjetivismo de hablante (predecesor del no cognitivismo), cuya tesis es que las expresiones morales  y nuestros estados mentales son equivalentes o tienen una relación de sinonimia . Asimismo, enfatizamos dos problemas clásicos para el subjetivismo: el problema modal y el problema del desacuerdo. El primero, como vimos, postula que si el subjetivismo de hablante es verdadero, entonces las oraciones que consideran sinónimas no tienen los mismos valores de verdad en contextos modales (cuando añadimos operadores modales). El segundo, el problema del desacuerdo,, menciona que si la tesis subjetivista es verdadera, entonces parece que no hay incompatibilidad entre los desacuerdos morales de los hablantes. 

En la segunda sección, se presenta una solución a los dos problemas mencionados arriba. Primero, Schroeder, da un diagnóstico de las teorías subjetivistas para saber qué es lo que causa ese problema. Justamente, lo que encuentra es que hay una relación de sinonimia entre oraciones morales y oraciones que expresan estados mentales. Para solucionar este problema, se diferencia entre el reporte y la expresión de un estado mental. Mientras la oración “Traicionar está mal” es la expresión de desaprobar, “Desapruebo traicionar” sería el reporte de desaprobación.

Gibbard postula un expresivismo de norma. La moral está vinculada directamente con la racionalidad de un hablante. Cualquier acción que sea llamada racional significa expresar un estado mental en el cual se aceptan las normas que permitan que esta acción sea el caso. Concretamente, los sentimientos son cruciales en la teoría moral de Gibbard. Al introducir conceptos como la culpabilidad o la indignación, él explica que un acto cualquiera puede ser reprensible si es racional que quien lo hizo sienta culpa de haberlo hecho y el resto de personas sienten indignación. A modo de generalización, entonces, se requiere en  todos los casos que el agente de tal acción moral tenga el sentimiento de culpabilidad y las demás personas se indignen. Así, se puede comprender cómo un acto es moralmente reprensible según el sistema de normas que acepte que tal situación sea el caso. En este sentido, la moralidad y la racionalidad son dos caras de la misma moneda.

Blackburn ha propuesto también una mirada sobre las expresiones con términos no morales que parte de la racionalidad. Dos son las teorías que él propone. En primer lugar, propone una teoría del involucramiento, según la cual un estado mental de un hablante involucra otro estado mental. A partir de esta teoría, se pueden explicar argumentos como Arg 1. y se hace frente a los problemas de que argumentos con términos no morales puedan ser tan válidos como los argumentos que contengan términos morales, debido a que cumplen con la restricción de composicionalidad. Más adelante, Blackburn plantea su teoría de las actitudes de orden superior. Mediante ella, Blackburn subraya que los hablantes no solamente pueden expresar su estado mental de desaprobación de diferentes situaciones en el mundo, sino también de la racionalidad o irracionalidad para determinar o no la validez de un argumento. Según esto, un agente racional se encuentra siempre en el estado mental de desaprobar argumentos inválidos. En otras palabras, un agente racional desaprueba encontrarse en dos estados mentales contradictorios al mismo tiempo.

Bibliografía

Schroeder, M. (2010). Noncognitivism in Ethics, New York: Routledge, capítulo 4.

Gibbard, Allan (1990). Wise Choices, Apt Feelings. Cambridge, MA: Harvard

University Press, capítulo 1.

Blackburn,S.(1984). Spreading the word, New York: Oxford University Press,  capítulo 6.

Links a otros recursos

Expressivism | Wikipedia audio article https://www.youtube.com/watch?v=lUuZeJuSx68

Expresivismo http://www.sefaweb.es/metaetica/#1213_Expresivismo

Expressivism https://plato.stanford.edu/entries/moral-cognitivism/#Exp

Alan Gibbard: Meaning and Probability https://www.youtube.com/watch?v=Tm05LRiby6Y&t=505s

Allan Gibbard publicaciones http://www-personal.umich.edu/~gibbard/PUBLICATIONS-vita.pdf

Simon Blackburn (entrevista) https://thoughtcast.org/faith-and-philosophy-with-harvey-cox-and-simon-blackburn/

Simon Blackburn – Arguments About God? https://www.youtube.com/watch?v=F0hBG08tslY

Professor Simon Blackburn – Truth, Beauty and Goodness https://www.youtube.com/watch?v=7LIP3JQ2iEE

Meta-ethics https://youtu.be/BWuzk1ZigcU?t=274

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