Una teoría del error sobre un discurso D es aquella que señala que las afirmaciones del discurso D no son verdaderas. Una forma útil de pensar en una teoría del error es como la conjunción de dos afirmaciones:

Tesis Conceptual*: Si las afirmaciones de D son verdaderas, entonces existen Fs.

Tésis Metafísica*: No existen Fs.

Es decir, una teoría del error nos dice algo sobre nuestro lenguaje y algo sobre el mundo. Podemos utilizar este esquema para formular una teoría del error sobre el discurso moral. Por ejemplo, la siguiente teoría del error que apela a la no existencia de hechos irreduciblemente normativos:

Tesis Conceptual: Si las afirmaciones del discurso moral son verdaderas, entonces existen hechos irreduciblemente normativos.

Tesis Metafísica: No existen hechos irreduciblemente normativos.

Así, de estas dos tesis se sigue que las afirmaciones del discurso moral no son verdaderas.
Empezaré por mostrar cómo los teóricos del error han solido defender la Tesis Conceptual y la Tesis Metafísica. Luego, repasaré algunas objeciones tradicionales a las teorías del error moral.

Antes de empezar, cabe mencionar que las teorías del error sobre el discurso moral tiene un lugar prominente, aunque no popular, en la metaética. De hecho, podemos ver cómo otras posturas metaéticas cognitivistas (es decir, aquellas que asumen que las afirmaciones morales son verdaderas o falsas) responde a estas dos tesis. Por ejemplo, los naturalistas y constructivistas rechazan la Tesis Conceptual: no creen que nuestro lenguaje moral le demande tanto al mundo para ser verdadero. Los no-naturalistas, por otro lado, rechazan la Tesis Metafísica: creen que sí existen hechos irreduciblemente normativos.

A favor de la Tesis Conceptual

Los teóricos del error y los no-naturalistas están de acuerdo con respecto a lo que nuestro discurso moral demanda del mundo para ser verdadero: irreducibilidad normativa. Aunque esta es una noción inmediatamente clara, es útil contrastarla con ejemplos de afirmaciones que, de acuerdo al teórico del error y al no-naturalista, no requieren de irreducibilidad normativa. Por ejemplo, pensemos en una afirmación no-moral como (1):

(1) No debes usar ese cuchillo para cortar los ajos.

Es común caracterizar afirmaciones como (1) como teniendo dos rasgos: o son verdaderas o son falsas, y motivan a cualquier agente que las acepte a actuar. Una forma de capturar este rasgo en (1) es apelando a la metas del oyente de una afirmación como (1).Si la meta del oyente en el contexto en el que (1) es afirmada es cortar los ajos en tajadas delgadas, (1) será verdadera siempre y cuando utilizar el cuchillo en cuestión para cortar los ajos no sea una buena forma de llegar la meta de cortar los ajos en tajadas delgadas, y falsa siempre cuando sea una buena forma de llegar a dicha meta. Así, una podría decir que la aparente normatividad que requiere (1) para ser verdadera o falsa se reduce a si es una buena forma de llegar a la meta del oyente o no. De hecho, si la meta del oyente fuese, en vez, la de cortar los ajos de forma graciosa, (1) sería falsa. Además, (1) motiva al oyente a actuar ya que cuando aceptamos que un estado de cosas es una buena forma de llegar a una meta o de satisfacer un deseo que tenemos, estamos motivados a hacer que dicho estado de cosas se instancie. En el caso de (1), estamos motivados a no utilizar el cuchillo en cuestión. A pesar de hay otros análisis cognitivistas (1) aparte del que acabo de ofrecer, todos están de acuerdo que la meta del oyente es crucial para dar cuenta de su verdad o falsedad, y para dar cuenta de por qué motiva a quien las acepte a actuar.

En cambio, observemos una afirmación moral como (2), conocida como un «punto fijo moral»:

(2) Debes no torturar bebés por diversión.

A primera vista, la verdad de (2) no parece depender de la meta del oyente. De hecho, si afirmamos (2) en una conversación con un psicópata que tiene como meta torturar bebés por diversión, igual parece ser que (2) es verdadera. Además, oraciones como (3) y (4) parecen verdaderas:

(3) Incluso si tienes como meta torturar bebés por diversion, no debes torturar bebés por diversión.

(4) Incluso si vives en una sociedad donde se cree que debes torturar bebés por diversion, no debes torturar bebés por diversión.

Ahora estamos en una mejor posición para explicar por qué en qué sentido los teóricos del error creen que oraciones como (2) requieren de algo irreduciblemente normativo para ser verdaderas: si son verdaderas, lo son independientemente de los deseos, fines, etc., de cualquier agente (Mackie, p. X). Cualquier hecho o razón que sea independiente de los deseos, fines, etc., de cualquier agente es un hecho o razón irreduciblemente normativo. Además, asumimos que oir que una afirmación moral como (2) debe ser motivante para cualquiera. Entonces, la Tesis Conceptual se sostiene en que creemos que hay afirmaciones morales cuya verdad es independientes de los deseos, fines, etc., de cualquier agente.

A veces la preocupación con la irreducibilidad normativa se caracteriza como una preocupación con la prescriptividad objetiva intrínseca. Una de las primeras defensas de la teoría del error, escrita por J.L. Mackie, apela a esta noción:

“los juicios morales ordinarios incluyen una pretensión de objetividad, una suposición de que hay valores objetivos en el sentido en que me interesa negarlo. Y no creo que sea ir demasiado lejos decir que esta suposición ha sido incorporada en los significados básicos, convencionales, de los términos morales. Cualquier análisis de los significados de los términos morales que omite esta pretensión de prescriptividad objetiva intrínseca es incompleta en este ámbito […] La pretensión de objetividad, aunque esté arraigada en nuestro lenguaje y pensamiento no es autovalidante.”  (Mackie, 1977, p. 35)

Notemos también que el pasaje de Mackie hace referencia tanto a juicios morales como a términos morales. En la época en la que Mackie estaba escribiendo, se creía que oraciones como (2) eran oraciones morales, es decir, oraciones con términos morales, mientras que oraciones como (1) carecían de dichos términos. Gracias al trabajo de Angelika Kratzer y, más recientemente, de Stephen Finlay y Alex Worsnip, cada vez es más común la postura de que no hay tal cosa como una oración moral. Más bien, se habla de oraciones normativas proferidas en contextos morales o en otros contextos normativos. Como señala Worsnip, esto no es problema para las tesis cognitivistas, ya que las distintas tesis conceptuales que tienen sobre términos morales pueden formularse en términos de contextos morales.

A favor de la Tesis Metafísica

Tanto el teórico del error como el no-naturalista están a favor de la Tesis Conceptual. Sin embargo, se diferencian en que el primero sostiene la Tesis Metafísica mientras que el segundo la rechaza. Uno de los argumentos metafísicos más populares a favor de la Tesis Metafísica es el argumento de la rareza de Mackie. Para Mackie, aceptar la existencia de hechos irreduciblemente normativos requeriría que admitamos como parte del mundo cualidades o relaciones de un tipo muy extraño, que serían completamente diferentes de cualquier otra cosa en el universo. Recordemos que para el teórico del error, estos hechos serían independientes de los deseos, fines, etc., de cualquier agente y, a la vez, motivan a que los agentes actúen de una u otra forma. Sin embargo, no existen dichos hechos. [COMPLETAR]

Otro argumento a favor de la Tesis Metafísica es el argumento de la reducción de Bart Streumer. Streumer señala que una acción A1 que tenga la propiedad normativa de ser la acción correcta también tiene propiedades descriptivas. Digamos que estas propiedades descriptivas son expresedas por un predicado D1. Lo mismo podemos decir de otras acciones que tienen la propiedad normativa de ser la acción correcta, como A2, A3, etc. Pero, si este es el caso, entonces podemos construir un predicado D con la disyunción de los predicados D1, D2, D3, etc. Entonces, la propiedad de ser la acción correcta se reduce a una propiedad meramente descriptiva, y los hechos irreduciblemente normativos, que supuestamente involucran instanciaciones de propiedades irreduciblemente normativas como estas, son en realidad reducibles a hechos descriptivos. Además, si el enemigo de la Tesis Metafísica rechaza esta reducción, tiene que aceptar que pueden haber dos situaciones que son idénticas con respecto a sus propiedades descriptivas, pero distintas con respecto a sus propiedades normativas. Streumer cree que esta tesis no se puede abandonar.   

Preocupaciones epistemológicas

Ademas de las preocupaciones metafísicas, uno puede tener preocupaciones epistemológicas sobre los hechos irreduciblemente normativos. Esto se debe a que tenemos la intuición de que podemos tener creencias morales justificadas:

(Tesis Epistemólogica 1) Si existe al menos una afirmación moral tal que podemos tener creencias justificadas sobre si es verdadera, entonces tenemos acceso epistémico a hechos irreduciblemente normativos.

(Tesis Epistemólogica 2) No tenemos acceso epistémico a hechos irreduciblemente normativos.

La Tesis Epistemólogica 1 captura una intuición cercana a la intuición de que las afirmaciones morales son o verdaderas o falsas. En defensa de la Tesis Epistemológica 2, repasaremos dos argumentos (o, para algunos, dos versiones del mismo argumento).

A Mackie le preocupaba que para poder conocer o tener creencias justificadas sobre hechos irreduciblemente normativos, tendríamos que tener alguna facultad especial de percepción o intuición moral, completamente diferente de nuestras formas ordinarias de conocer y tener creencias justificadas sobre otros hechos. Esto se debería a que dichos hechos serían independientes de los agentes; si no podemos apelar a, por ejemplo, las metas de los agentes, ¿cómo descubriremos cuáles afirmaciones morales son verdaderas? [COMPLETAR]

Una defensa más popular se debe a Sharon Street y Richard Joyce, y es conocida como el argumento evolutivo desacreditador. De acuerdo a Street, nuestras creencias morales han sido muy influenciadas por nuestro proceso evolutivo como especie. Por ejemplo, no creeríamos que en la mayoría de circunstancias está prohibido matar si el que haya una prohibición sobre matar no hubiese ayudado a nuestra evolución como especie. Por lo tanto, el que rechaza la Tesis Epistemológica 2 y cree que tenemos acceso a hechos irreduciblemente normativos enfrenta un dilema. O dice que nuestro proceso evolutivo ha sido independiente de la existencia de hechos irreduciblemente normativos, o no. Quien diga lo primero no podrá explicar por qué estaríamos justificados en creer que nuestras afirmaciones morales son verdaderas o falsa a menos que postule una facultad especial de percepción como la que critica Mackie, y diga que de alguna forma evolucionamos para tener dicha facultad. Quien diga que nuestro proceso evolutivo es no es independiente la existencia de hechos irreduciblemente normativos no podrá explicar cómo nuestro proceso evolutivo, que parece depender de simplemente la supervivencia de la especie, depende de dichos hechos. De cualquier modo, no parece que tengamos acceso epistémico a hechos irreduciblemente normativos.

Objeciones

¿Y ahora qué?

Una típica reacción a la teoría del error se conoce como la objeción del «¿Y ahora qué?». De acuerdo a esta objeción, de acuerdo a los teóricos del error no hay afirmaciones morales verdaderas. Sin embargo, no es claro cómo podríamos vivir los unos con los otros si no las hubiesen. Todos los teóricos del error tienen respuestas a esta pregunta. Podemos dividir sus respuestas en cuatro grandes grupos.

Abolicionistas

Los abolicionistas creen que debemos abandonar el discurso moral por completo. Dado que hay amplio acuerdo en que nuestro discurso moral, incluso si no contiene afirmaciones verdaderas, es útil para nuestras metas y deseos, esta respuesta a la objeción no es muy popular.

Reformistas

Los reformistas creen que debemos modificar nuestro discurso moral de tal forma que no sea independiente de las metas, deseos, fines, etc., de cualquier agente. La preocupación de adoptar una postura reformista es que expone al teórico del error a las críticas a las que están sujetos los constructivistas y los naturalistas. Si la verdad de nuestras afirmaciones morales depende de nuestras metas, ya sea como especie (en el espíritu de los naturalistas) o como individuos (en el espíritu de los constructivistas), tendremos que aceptar dos cosas. En primer lugar, no hay tal cosa como una afirmación moral verdadera simpliciter, ya que siempre dependerá de las metas de qué especie o qué agente sean las relevantes. En segundo lugar, no habrá forma racional de motivar a, por ejemplo, el psicópata a no torturar bebés por diversión, ya que no tiene las metas apropiadas. Es más, uno puede decir contra este segundo punto que si el psicópata tiene como meta su propia salud, una amenaza de castigo puede hacer que haya una forma racional de motivarlo a no torturar bebés por diversión. Sin embargo, esto parece mostrar que no tenemos cómo decir que las metas del psicópata son malas más allá que diciendo que son malas para nosotros, ni cómo decir que nuestras metas son buenas más allá que diciendo que son malas para nosotros. Esto parece amenazar la intuición de que existe una afirmación moral tal que podemos tener creencias justificadas sobre si es verdadera.

Ficcionalistas

El ficcionalismo, postulado originalmente por Richard Joyce, argumenta que debemos empezar a tratar al discurso moral como un tipo de discurso ficcional. Así como decimos que de acuerdo a la ficción de Cien Años de Soledad, el coronel Aureliano Buendía recordó el día que su padre lo llevó a conocer el hielo, tendremos que aprender a decir que de acuerdo a la ficción de la moral, no debemos torturar bebés por diversión. El ficcionalista comparte con el reformista la idea de que el discurso moral es útil para metas que actualmente tenemos, solo que cree que nos será incluso más útil si lo tratamos como discurso ficcional que si lo modificamos de otra forma. Una de las famosas analogías de Joyce es la siguiente: si me digo a mí mismo que debo hacer 50 sentadillas al día, hay muchas más chances de que haga al menos 30 que si me digo a mí mismo que solo debo hacer 30. En otras palabras, si pretendemos que las afirmaciones morales son verdaderas porque expresan hechos irreduciblemente normativos, estaremos más motivados a actuar que si las modificamos de tal forma que sean verdaderas dependiendo de nuestras metas.

Conservacionismo

El conservacionismo de Jonas Olson se puede presentar a la luz de su objeción al ficcionalismo de Joyce. A Olson le preocupe que si pretendemos que el discurso moral es verdadero, nos enfrentemos con uno de dos problemas. O bien pretenderemos muy bien, y terminaremos simplemente creyendo que las afirmaciones morales son verdaderas, o no creeremos que las afirmaciones morales son verdaderas y nuestra pretensión no cumplirá la función que Joyce quiere que cumpla. Como alternativa, Olson sugiere que hagamos lo primero y, con la excepción de algunas circunstancias excepcionales, como las clases de filosofía, no abandonemos esta creencia.

Sin embargo, esta salida tiene dos problemas. Por un lado, pareciera que Olson va a estar sujeto a la misma crítica que él le hace a Joyce. Por otro lado, Olson nos deberá una explicación de cómo obtenemos creencias justificadas sobre qué afirmaciones morales son verdaderas, dadas las críticas epistémicas mencionadas en la sección anterior.

Nihilismo de primer orden y contradicción

Por último, la crítica más conocida a la teoría del error es que esta es indistinguible de un nihilismo de primer orden de acuerdo al cual todo está permitido. Esta objeción se debe, en parte, a la férrea creencia de que nuestras teorías metaéticas deben ser independientes de nuestras teorías éticas, y esta es una creencia que el teórico del error podría cuestionar. Sin embargo, esta objeción parece centrarse en el hecho de que si una oración como (5) no es verdadera, entonces es falsa:

(5) Debes no torturar bebés por diversión.

Pero si (5) es falsa, entonces (6) es verdadera:

(6) No es el caso que debes no torturar bebés por diversión.

Y (6) parece equivalente a (7):

(7) Puedes torturar bebés por diversión.

Pero si (7) es verdadera, y si podemos generalizar este razonamiento a otras afirmaciones morales, entonces todo está permitido.

Una objeción similar a esta replica el razonamiento de la primera objeción pero agrega que, de acuerdo a la teoría del error, (7) tampoco es verdadera y, por lo tanto, es falsa. Por lo tanto, la teoría del error se contradice a sí misma.

Hay tres formas de rechazar estas objeciones. Primero, el teórico del error puede rechazar la afirmación de que si una afirmación no es verdadera, entonces es falsa. Por ejemplo, una afirmación como (8) no es verdadera:

(8) Papa Noel me visitó anoche.

Sin embargo, no parece correcto decir que es falsa, ya que ‘Papa Noel’ no refiere a nadie. Por lo tanto, parece más apropiado decir que (8) carece de un valor de verdad. Dada la Tesis Metafísica, el teórico del error está en una buena posición para afirmar que afirmaciones como (2) también carecen de un valor de verdad.

Otra opción es rechazar que (6) es verdadera. Por ejemplo, el teórico del error podría decir que todas las afirmaciones morales, contengan negaciones o no, presuponen que existen hechos irreduciblemente normativos, y que al fallar esa presuposición, dichas afirmaciones siempre son falsas.

La última opción es rechazar la inferencia de (6) a (7), y decir que en el caso del discurso moral, afirmaciones de la forma ‘No es el caso que debes no φ’ no son equivalentes a afirmaciones de la forma ‘Puedes φ’. Sin embargo, dado que los términos normativos utilizados en las afirmaciones morales son usados en contextos no morales en los que afirmaciones de dichas formas sí son intercambiables, parece difícil defender esta postura.

Cómplices en el error

Otra crítica popular contra las teorías del error consiste en otras áreas «cómplice» tales que (1) los argumentos del teórico del error para la Tesis Conceptual y la Tesis Metafísica se apliquen a ellas y (2) una teoría del error sobre ellas sea claramente falsa.

Cómplices epistémicos

El cómplices más popular es el discurso epistémico. Muchos creen que si la Tesis Conceptual es verdadera, entonces también la siguiente tesis es verdadera:

(Tesis Conceptual Epistémica) Si hay afirmaciones epistémicas verdaderas (como «Debes creer que tienes manos dado que estás percibiendo que las tienes»), existen hechos irreduciblemente normativos.

La conjunción de la Tesis Conceptual Epistémica y la Tesis Metafísica dan como resultado que no hay afirmaciones epistémicas verdaderas. Pero, no solo muy poca gente acepta que este es el caso (Bart Streumer es uno de los únicos) sino que esto amenaza a la teoría del error moral. Esto se debe a que de que la teoría del error moral sea verdadera, se sigue que la teoría del error epistémica es verdadera y, por lo tanto, que el teórico del error debe aceptar que afirmaciones como «Debes creer la teoría del error moral dados los argumentos presentados en este artículo» no son verdaderas.

Cómplices matemáticos

Otro cómplice de la teorías del error es el discurso matemático. En este caso, la preocupación es por los argumentos a favor de la Tesis Metafísica. Esto se debe a que la siguiente afirmación parece verdadera:

(Tesis Conceptual Matemática) Si las afirmaciones matemáticas son verdaderas, existen hechos con los que no tenemos relación causal.

Por ejemplo, el hecho de que 2+2=4 o que el Último Teorema de Fermat sea verdadero parecen ser hechos abstractos, con los que no tenemos ninguna conexión causal. Sin embargo, los argumentos a favor de la Tesis Metafísica también parecen hacer que la siguiente afirmación sea verdadera:

(Tesis Metafísica Matemática) No existen hechos con los que no tenemos relación causal.

Respuestas

Una de las respuestas más elegantes a los cómplices del error es de Christopher Cowie. Cowie cree que la persona que presenta esta objeción o no está aportando nada nuevo a la discusión o está equivocada. Si los dos discursos son extremadamente similares, entonces las razones para afirmar que la teoría del error del discurso cómplice es incorrecta son razones para afirmar, directamente, que la teoría del error moral es incorrecta. Es decir, la objeción no nos muestra nada nuevo. Si, por otro lado, los dos discursos no son extremadamente similares, entonces no es claro por qué quién hace la objeción cree que las razones para afirmar Tesis Conceptual son razones para afirmar algo como Tesis Conceptual Epistémica es verdadera. Por lo tanto, la objeción no aporta nada nuevo o fracasa.

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