El proyecto de G.E. Moore y Principia Ethica

El texto de G.E. Moore: Principia Ethica fue publicado en 1903; este es reconocido como un punto de quiebre en la teoría ética tradicional al centrarse en el análisis de las oraciones y argumentos éticos para determinar la validez de estos últimos. El trabajo de Moore marca el inicio de la teoría ética analítica, lo que se llamaría posteriormente «metaética», puesto que Moore todavía no hace referencia a la disciplina con dicho término. Lytton Strachey, por ejemplo, afirmó que Moore establecía con Principia Ethica un nuevo método de tratar las cuestiones éticas. Así, este es uno de los textos sobre ética más importantes del s. XX. La propuesta central de este texto es el Argumento de la Pregunta Abierta, el cual establece la pauta para el debate metaético de los siguientes 100 años. El argumento tuvo y tiene tanto seguidores como detractores; asimismo, varias teorías metaéticas surgen como respuesta al Argumento de la Pregunta Abierta (Feldman, 2005). Más allá de los aciertos y debilidades del autor, la cantidad de discusiones que se plantean a partir de Principia Ethica es muestra del gran legado de Moore para la disciplina.

Moore es el iniciador de la corriente ética que afirma que las oraciones morales no dan cuenta de estados del mundo por lo que estas no pueden reducirse a proposiciones empíricas o científicas. Las oraciones morales constituyen un tipo único en su especie puesto que, al contener al predicado «bueno», refieren a un objeto de pensamiento particular: la propiedad BUENO (goodness). Moore considera que la naturaleza de esta propiedad es radicalmente distinta a la de propiedades naturales por lo que una preocupación fundamental de su obra es delimitar la independencia objetiva del ámbito moral axiológico respecto del empírico-natural. Una tesis central de Moore es que dicha propiedad es inanalizable en la medida que su contenido es irreducible a partes más simples.

Moore desea definir qué características en común guardan todos los juicios éticos. En vista de ello, llega a la conclusión de que el objeto de la ética no es la conducta humana, sino el predicado “bueno” y su contraparte “malo”. Asimismo, estos predicados pueden ser atribuidos a la conducta humana y también a otras. Por ejemplo, en los siguientes enunciados.

  1. Practicar el altruismo es (intrínsecamente) bueno
    • To practice altruism is good
  2. Las personas que son empáticas son (intrínsecamente) buenas
    • People who are empathic are good

El objeto de los juicios éticos no son cosas particulares como conductas o hábitos, sino que los juicios éticos versan sobre la relación de algún objeto o sujeto con la propiedad BUENO: los juicios éticos atribuyen la propiedad de bueno a las cosas o personas que refieren. En vista de esto, todos los juicios que establezcan una relación entre un objeto o sujeto y la propiedad BUENO serán juicios morales. En este sentido, el asunto que interesa a la ética -o su objeto de estudio- no son estos objetos o sujetos a los que se atribuye la propiedad de bueno.

Hasta este punto, es necesario aclarar dos sentidos de la palabra “bueno” que se utilizarán en todo el texto. Esta diferencia es más notoria en el texto original, debido a que se recurre a dos palabras distintas. Un primer sentido de la palabra se refiere al uso de “bueno” como predicado (tal como se observa en los ejemplos 1 y 2) que atribuye la propiedad BUENO al sujeto de una determinada oración. Un segundo sentido se refiere justamente a la propiedad BUENO atribuida al sujeto. El término que Moore usa en su texto para referirse a la propiedad BUENO es “goodness”.

Moore considera que es un grave error -que se repite constantemente en la historia de la filosofía- no establecer de antemano cuáles son las preguntas que se quieren responder, de modo que se cae en intentos de respuestas sin haber planteado con suficiencia a qué se apunta, qué es lo que se pretende responder con ellas (Moore, 1993, p. 33). El autor considera que gran parte del trabajo sobre ética ha buscado responder 2 preguntas, a) ¿qué cosas deberían existir por sí mismas? y b) ¿qué tipo de acciones se deberían -en cuanto deber moral- realizar? Soames (2019) esclarece lo expuesto reformulando las preguntas, pero conservando el sentido de las mismas.

a) ¿qué cosas deberían existir por sí mismas?

¿qué tipo de cosas son intrínsecamente buenas?

b) ¿qué tipo de acciones se deberían -en cuanto deber moral- realizar?

¿qué tipo de acciones son correctas?

Consecuentemente, el autor parte del siguiente razonamiento para su teoría: en la medida que la pregunta fundamental de la ética es ¿qué es bueno? (Moore, 1993, § 5), debido a que la propiedad de SER BUENO es el único objeto que le es propio a la ética, no puede desarrollarse ninguna teoría metaética si no se tiene definido a qué nos referimos cuando atribuimos la propiedad de ser bueno a un algo.

Así, Moore se pregunta por cuál es la naturaleza de la evidencia que se tendría que presentar para dar respuestas a cualquier pregunta de carácter ético, sean estas pruebas a favor o en contra de alguna postura. Ambos tipos de preguntas tienen respuestas que les corresponden como Moore explica en el prefacio de la primera edición de su libro. Para las preguntas de tipos a), están las respuestas que Moore denomina éticas. Por ejemplo, las siguientes:

a.1) El respeto es (intrínsecamente) bueno.

a.2) Los derechos son (intrínsecamente) buena.

* en ambos ejemplos bueno es un predicado

Por su parte, las respuestas a preguntas de tipo b) son denominadas causales.

b.1) Mantener una sana convivencia es correcto

b.2) Respetar a todas las personas es correcto

A partir de lo expuesto hasta este punto, Moore desarrolla 4 tesis. Por el momento, se expondrá a continuación la primera:

P: Si se presenta un argumento cuya conclusión está formulada como una respuesta de tipo a), pero ninguna de sus premisa está formulada del mismo modo, entonces las premisas no implican las conclusión; de modo que la verdad de sus premisas no proporciona evidencia que demuestre que la conclusión sea verdadera.

Según P, un argumento que pretenda justificar la verdad de una conclusión del tipo:

C: q es (intrínsecamente) bueno

dando como evidencia otras propiedades no valorativas es considerado inválido. Dicho con un ejemplo, sería de la siguiente manera: “q es bueno porque q es X y Y” -donde “X” y “Y” -que dan razón de por qué q es bueno– no son valorativas. Moore logra demostrar que, en vista de P, es imposible saber con seguridad qué cuenta o no como evidencia a favor de respuestas para preguntas de tipo a). De este modo, concluye que, en vista de que cualquier tipo de evidencia es irrelevante para responder a las preguntas en cuestión – como señalaba inicialmente-, debe de haber alguna confusión respecto a las preguntas que pretenden responder con proposiciones morales.

Moore se considera a sí mismo un intuicionista, mas no en el sentido ordinario del término. Señala que las proposiciones del tipo b) -las que se afirman respecto a qué acciones son correctas o corresponden a un deber moral- no son susceptibles a ser demostradas o desestimadas en función a evidencia. En otras palabras, ningún tipo de evidencia que se presente ayuda a probar la verdad o falsedad de enunciados del tipo b). En este sentido, Moore llama a estas proposiciones intuiciones únicamente con la intención de señalar que estas no pueden ser demostradas, dejando de lado cualquier connotación intuicionista -en el sentido ordinario- respecto a la cognición o demás. En la misma línea, Moore se desafilia del sentido ordinario de intuicionismo al señalar que, en todas las maneras en que es posible llegar a saber que una proposición es verdadera, el sujeto puede determinar también si esta es falsa (Moore, 1993, p. 36).

Ahora bien, en relación a su proyecto ético, Moore buscó establecer criterios para determinar cuándo los argumentos éticos son válidos y cuándo no. Así, Moore denuncia toda la ética previa -a excepción de Platón y Sidgwick- ha cometido el error de no tratar adecuadamente el tema de la ética y evaluar la propiedad de bueno al modo de una propiedad natural, cayendo así en la falacia naturalista.

 

La indefinibilidad de BUENO

La siguiente cuestión parte de la pregunta por ¿cómo ha de definirse el predicado «bueno«? Moore afirma que BUENO es un predicado inanalizable, en particular, es un predicado no analizable fuera del ámbito del lenguaje moral. Así pues, desarrolla los siguientes argumentos para plantear la indefinibilidad de BUENO.

De acuerdo a Moore, las teorías éticas que defienden una determinada definición del predicado «bueno» lo derivan de premisas que no contienen ninguna palabra que exprese BUENO ni ningún otro predicado valorativo (Soames, 2019, p. 104). Respecto de ello, Moore considera que premisas no valorativas no pueden proporcionar evidencia de que algo sea bueno (Soames, 2019, p. 105). En consecuencia, los enunciados con la forma:

‏»Para todo x, si x es D, entonces x es bueno»

donde «D» es un predicado no valorativo, presuponen un vínculo analítico entre «D» y «bueno» que no pueden demostrar. En otras palabras, no hay nada en el significado de «D» que indique que está contenido en el significado de «bueno«. Esto quiere decir que los enunciados que relacionan un predicado no valorativo con la propiedad de bueno, en realidad son sintéticos: son acerca de cosas particulares que detentan diferentes propiedades de entre las cuales está BUENO (Moore, 1993, p. 58).

Sin embargo, algunos autores que han intentado demostrar que la relación entre la propiedad de bueno y una determinada propiedad designada mediante una palabra distinta a «bueno» es de carácter analítico presuponiendo, de dicha manera, la complejidad de la propiedad de bueno. Sin embargo, de acuerdo a Moore, los razonamientos en los que se han basado son falaces. Por ejemplo, se ha entendido erróneamente que la oración «el placer es bueno» quiere decir que «el placer» refiere la misma cosa que el predicado «bueno» y que el primer término está contenido en el segundo (Moore, 1993, p. 64). Sin embargo, dicha oración habla de una cosa particular que tiene la propiedad de ser placentera al mismo tiempo que la propiedad de ser buena (Moore, 1993, pp. 61-62).

Para Moore, solamente las cosas que son complejas, esto es, que están compuestas de partes relacionadas entre sí, son susceptibles de ser definidas en virtud de su capacidad de ser analizadas en sus partes constituyentes (Moore, 1993, pp. 59- 61). Entonces, una definición se construye mediante términos que señalan aquellas partes de algo complejo que ya no pueden continuar siendo divididas ni analizadas en virtud de su simplicidad. Esta definición descriptiva y el nombre del objeto complejo constituyen sinónimos por lo que son intersustituibles (Soames, 2019, p. 103). El predicado «bueno«, al referir a una propiedad simple, no puede ser definido. Esto tiene como consecuencia que «bueno» no tenga ninguna expresión sinónima con la cual pueda ser sustituido.

La falacia naturalista

El no-naturalismo, también llamado antinaturalismo, de Moore defiende que la propiedad BUENO -a la cual se relaciona el predicado «bueno»– no es una propiedad natural. De este modo, la falacia naturalista que se desarrolla en Principia Ethica es la culminación de un proyecto que encuentra su punto de partida en escritos previos de como La base metafísica de la Ética en la cual abarca la falacia que implica cualquier definición empírica del bien. Moore afirma que casi toda la teoría ética previa a su contexto, salvo la ética de Sidgwick y la de Platón, cae en la falacia naturalista; el autor dedica los 4 primeros capítulos de su libro a la identificación y desarrollo de lo que esta -la falacia naturalista- implica. El autor considera que las cuestiones éticas son un área de investigación genuina y objetiva, pero que se encuentra en discontinuidad con las ciencias empíricas (Moore, 1993). Sin embargo, como se ha repasado en secciones anteriores, esta escisión ha sido pasada por alto por parte de muchos estudiosos del tema, lo cual ha conducido a grandes confusiones en torno a las preguntas y respuestas que competen propiamente a la ética. Así, señala que hay 3 premisas con las que se compromete todo aquel que caiga en la falacia naturalista:

B: bueno

P1 Identificar B con una propiedad distinta a B

P2 Identificar B con alguna otra propiedad que sí sea susceptible a ser analizado -analizable-

P3 Identificar B con alguna propiedad natural o metafísica

Al proponer estas 3 premisas, el autor desea observar que, si bien son tesis independientes la una de la otra, pueden combinarse para afirmar que BUENO no es una propiedad analizable en términos de propiedades naturales o metafísicas; cuando se confunde un objeto natural con uno no natural se cae en una falacia naturalista (Moore, 1993, § 12). En este sentido, Moore considera que la propiedad BUENO denota a un objeto del pensamiento; esto en oposición al naturalismo que define esta propiedad identificándola con otras propiedades. La falacia naturalista consiste en una definición inadecuada (Gauthier, 1967): el error de definir algo que no puede ser definido como se explicó en la sección anterior.

 

El argumento de la pregunta abierta

El argumento de la pregunta abierta tiene como objetivo mostrar cómo las supuestas definiciones de objetos simples en realidad no fundamentan que dos expresiones distintas refieran a lo mismo. En la sección 13 de Principia Ethica, Moore elabora una estrategia partiendo de la observación de que, si «bueno» refiriera a un objeto complejo, sea cual sea su definición correcta, siempre sería posible preguntar con sentido si tal complejo definido es en sí mismo bueno (Moore, 1993, p. 67). En el caso de que «bueno» signifique «lo que se desea desear», una vez corroborado que se desea desear un objeto A y que, en consecuencia, A es bueno, se podría volver a preguntar si es bueno que se desee desear A, es decir, si se desea desear que se desee desear A. Moore considera que es diferente preguntar por el mismo objeto A que por el deseo de desearlo porque el modo intrínseco de A es distinto de la acción de desear desearlo. Si A fuera intrínsecamente bueno, lo sería independientemente de que se desee desearlo. Entonces, “bueno” y “lo que se desea desear” se refieren a dos nociones distintas que no pueden ser sustituidas la una por la otra sin modificar el sentido de los enunciados en los que aparezcan (Moore, 1993, p. 68).

Para poner a prueba la anterior inferencia según la cual no hay una relación de sinonimia entre “bueno” y “lo que se desea desear”, el argumento de la pregunta abierta establece la forma de definición que identifica a ambos términos: «Para todo x, x es bueno si x es lo que se desea desear». Partiendo de dicha definición, se prosigue a la formulación del enunciado en modalidad interrogativa en el cual realizar la sustituibilidad entre “bueno” y “lo que se desea desear”: “Concediendo que x es D, ¿es x bueno?”, donde D refiere a “lo que se desea desear”. Reemplazando “¿es x bueno?” por “¿es x lo que se desea desear?” se obtiene “Concediendo que x es lo que se desea desear, ¿es x lo que se desea desear?”. Una vez que la sustitución se ha efectuado, se puede comprobar que el significado del enunciado no es el mismo (Soames, 2019, p. 108). “Concediendo que x es lo que se desea desear, ¿es x lo que se desea desear?” expresa una redundancia mientras que “Concediendo que x es lo que se desea desear, ¿es x bueno?”, no.

Este método de sustitución de expresiones para comprobar si refieren a la misma cosa se sostiene en el principio de la transparencia del significado (Soames, 2019, p. 109, 110). Este principio se sostiene en la presuposición de que un agente lingüísticamente competente entiende que, si dos expresiones refieren a la misma cosa, significan lo mismo, por lo que la sustitución de la una por la otra en determinadas oraciones en las que aparezcan no modifica el significado de dichas oraciones.

Entonces, si mediante el argumento de la pregunta abierta se logra demostrar que dos términos distintos involucrados en una definición no refieren a lo mismo y, por lo tanto, no son sinónimos intersustituibles, entonces se puede comprobar que las definiciones que presuponen la complejidad de BUENO no logran demostrar la analiticidad de los dos términos distintos involucrados en alguna definición particular. Esto quiere decir que «‘Para cualquier D, no es el caso que el enunciado (expresado por) ‘x es bueno’ se siga del enunciado (expresado por) ‘x es D'» (Soames, 2019, p. 111). Ver sección «La indefinibilidad de BUENO». Moore interpreta dicha conclusión afirmando que los principios fundamentales de la ética- aquellos que hablan de lo intrínsecamente bueno– son autoevidentes por lo que no es posible formular justificación alguna que proporcione evidencia y razones para creer que algo es bueno (Soames, 2019, p. 111).

Objeciones al argumento de la pregunta abierta

Muchos de los contemporáneos de Moore fueron persuadidos por su identificación y crítica a la falacia naturalista; sin embargo, no tanto estuvieron de acuerdo con que la concepción abstracta de valores morales de Moore superase las teorías éticas naturalistas que fueron objeto de su crítica. En este sentido, se cuestionaron las bases metafísicas y epistemológicas de la postura de Moore.

Después de que Moore formulara el argumento de la pregunta abierta, hubo muchos autores que encontraron contraejemplos al principio de la transparencia del significado (Soames, 2019, p. 110).

Ver Sección La indefinibilidad de BUENO

El legado de la metaética de G. E. Moore

El concepto fundamental para la ética como disciplina es la propiedad de bueno -goodness-,

la cual presenta como aquello que se debería desear

(Hurka, 2015)

Conclusión

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Bibiografía

Feldman, F. (2005). The Open Question Argument: What It Isn’t; and What It Is. Philosophical Issues, 15, 22-43. www.jstor.org/stable/27749829

Gauthier, D. (1967). Moore’s Naturalistic Fallacy. American Philosophical Quarterly, 4(4), 315-320. www.jstor.org/stable/20009257

Hurka, Thomas, «Moore’s Moral Philosophy», The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Fall 2015 Edition), Edward N. Zalta (ed.). https://plato.stanford.edu/archives/fall2015/entries/moore-moral/

Moore, G. E. (1993). Principia Ethica (Baldwin, T. ed.). Cambridge University Press. (Original publicado en 1903).

Soames, S. (2019). El Surgimiento de la Filosofía Analítica. Tecnos – PUCP.

Strandberg, C. (2004). In Defence of the Open Question Argument. The Journal of Ethics, 8(2), 179-196. www.jstor.org/stable/25115788

Links a otros recursos

Moore’s Moral Philosophy https://plato.stanford.edu/entries/moore-moral/

 

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